La muerte de Tamerlan
—Si eres un verdadero místico, dijo Tamerlán a Nasrudín, tus poderes te permitirán determinar la fecha exacta de mi muerte.
Sabedor que el malvado emperador acostumbraba a recompensar a los portadores de malas noticias con la horca, Nasrudín respondió:
—Tengo detalles importantes del día en que morirás, pero antes de comunicártelos debo tener tu palabra de que cualesquiera que sean esos detalles no dejarás caer tu cólera sobre mí.
—¡La tienes!
—Morirás el día de una celebración pública, ¡oh, cénit del poder! Habrá baile en la calle y festejos en cada ciudad y pueblo del imperio.
—¿Cómo puedes estar seguro, sabio?
—Porque el día en que caigas mal enfermo, el pueblo se alegrará y las celebraciones se prolongarán, sin duda, durante el resto de tus días y hasta después de ellos.