Inspiración divina
Aquella noche, un eufórico Mullah despierta y reclama a su esposa:
-mujer, mujer!... levántate y trae un lapiz y papel, por favor.
La esposa lo mira incrédula y no precisamente de muy buen humor.
-Por favor, esposa mía, tuve una inspiración divina mientras dormía.
La mujer se levanta, enciende una vela, recoge el lapiz y el papel requerido y se lo entrega al Mullah.
Nasrudin escribe presuroso y al terminar guarda el papel, y ya a punto de apagar la vela y volver a dormirse, escucha a su mujer que le suplica: -Espera, por favor léeme lo que has escrito.
Nasrudin retoma el papel y leyó: -'Dondequiera que vayas, ahí estás'.