La sabiduría de la palabra
Nasrudin quería proteger a su hija de los peligros de la vida.
Había llegado el momento de usufructuar su sabiduría mundana,
pues ella se había convertido en una hermosa doncella.
Entonces llevó a su hija a un lado y le habló de la bajeza y la maldad, cobijadas en el mundo.
-Mi adorada hija, recuerda siempre lo que te voy a decir.
Los hombres desean una sola cosa. Sí, recuerda, los hombres son muy astutos. Tienden trampas donde pueden. No te darás cuenta pero te irás hundiendo, cada vez más, en el pantano de sus deseos.
Quiero mostrarte el camino de la infelicidad.
-¿Trampas ... infelicidad ...? pregunta su hija, inocentemente.
-Así es, asi es como actúan... Primero el hombre halaga tus mejores cualidades, te admira. Luego te invita a salir. Luego a pasar por su casa y te dice que quiere entrar a buscar su abrigo. Te pregunta galantemente si quisieras entrar a la casa. Una vez en ella, te invita a sentarte y ponerte cómoda, y te ofrece una tasa de té.
Se sientan, escuchan música, y llegado el momento adecuado, de repente se lanza sobre ti. Es así como de un momento a otro, tu pureza, tu inocencia ha sido trasgredida y nosotros, tus padres, hemos sido trasgredidos también, nuestra familia ha sido violada y nuestra buena reputación desaparece. Y una vez que tu reputación esta arruinada, queda destruída para siempre.
La hija guardó las palabras de su padre en el corazón.
Pasaron los días, y luego de un tiempo, la hermosa hija del Mullah Nasrudin se acerca a su padre y sonriendo orgullosamente, le dice:
-Padre, eres realmente grande, eres el mejor. ¿Cómo sabes todo lo que pasa ...? Fue tal cual como tu lo describiste. Primero, él me admiró, a mi y a mi belleza. Luego me invitó a salir. Por mera coincidencia pasamos por su casa, ya que él habría olvidado su abrigo. Para no dejarme esperando sola, me invitó a subir a su departamento. Como tenía buenos modales, me invitó una tasa de té y alegró el momento con un poco de música, de fondo.
En ese momento me acordé de ti, padre, y de lo que me habías dicho. Tengo mucha suerte de tenerte y soy dichosa de ser tu hija. Cuando presentí que aquel momento del tú que me hablabas, se asomaba, me tiré encima de él, y lo violé. Lo violé a él, a sus padres, a su familia. Los transgredí. Y lo arriné a él y a su buena reputación. Así es, padre, le destruí su reputación para siempre.