Un discípulo se acerca al Mullah Nasrudin y le suplica:
-Mullah, eres sabio, muéstrame a Dios, necesito verlo!
El Mullah agarró un palo del suelo y le golpeó fuertemente.
El discípulo, sorprendido y dolorido, protestó:
-Mullah, yo te pedí ver a Dios, y en cambio me infliges dolor!
Nasrudin contestó:
-Pues bien, muéstrame tu dolor, y yo te mostraré a Dios.