Abrigos
Un día álgido de invierno, el juez encontró a Nasrudín en el mercado.
-Increíble, dijo dubitativo, llevo mi mejor abrigo forrado de piel y sin embargo estoy helado. Mientras que tú, vestido con harapos, no pareces sentir el frío. ¿Cómo es posible?
-Un hombre que lleva encima toda su ropa no puede permitirse tener frío, contestó Nasrudín.