Meditación
Una tarde apacible de verano, el maestro instruía a sus discípulos para que repitieran una serie de cantos destinados a inducir un trance meditativo. El ritmo de las palabras y el cálido sol pronto hicieron que el joven Nasrudín se durmiera.
-¿Cómo consigues entrar en un estado meditativo tan profundo?, le preguntaban asombrados los discípulos que estaban cerca de él cuando el ejercicio hubo terminado.
-El secreto, contestó un inmutable Nasrudín, consiste en aprender a dormir con los ojos abiertos.