Viendo el resultado final creo que no hace falta mucha más explicación. Hoy por Tarragona ha pasado uno de los mejores equipos que pisó nuestro césped y no hay que dar más vueltas al resultado. Sencillamente nos han mallacado como si fuera una continuación del partido de ida en que nos cayeron media docena. Hacía tiempo que no veía un Nàstic tan impotente ante el buen nivel mostrado por los granadinos. En ningún momento vimos la posibilidad de sacar el encuentro para adelante. Quizás sí. En los primeros diez minutos del partido en que el equipo grana perdonó tres clarísimas ocasiones de gol. En estas situaciones nos damos cuenta de la diferencia entre nuestra artillería y la de los demás equipos. A partir de ese momento el Granada dueño y señor del partido. No sé si, ya en la segunda parte, hubiera cambiado mucho la situación si el colegiado de turno hubiera pitado un penalti clamoroso a favor del Nàstic que se comió con patatas cuando se perdía por la mínima. No se pueden hacer especulaciones sobre el resultado final pero creo que ni aún con el penalti pitado hubiéramos conseguido un resultado positivo. Ante esta nueva decepción en el Nou Estadi me quedo con la gran ovación que se llevó Álex Cruz a su entrada en el terreno de juego en su vuelta, hasta hace poco, su casa y que aún esperamos que alguien nos explique por qué ya no lo es y por qué después de pasar unos meses los seguidores granas pensamos que su traspaso fue una chapuza.
Impotente y decepcionado solo me cabe esperar en que el próximo miércoles el equipo dé la cara positiva y consiga la victoria, nada de empate que no sirve, para poder seguir pensando en la permanencia porque después de dejar escapar la gran oportunidad de hoy me parece a mí que como vengamos de Huelva con las manos vacías ya podemos ir pensando en comprar pañuelos para secarnos las lágrimas.