Nàstic-Las Palmas-1-3 De pifia en pifia y tiro porque me toca

Buena ocasión para poder lavar un poco la imagen penosa dada por el equipo en este principio de temporada. Buena ocasión y, cómo no, desperdiciada.
El guión fue el mismo que en partidos anteriores sin cambiar ni una coma. La falta de intensidad y de concentración son las bases de nuestro juego y que nos hunden en la misera.
Parece que los jugadores están en una dimensión desconocida y ésto de jugar a fútbol no va con ellos. No hay claridad de ideas. Cada uno está inmerso en su particular mundo individual sin darse cuenta que el fútbol es un deporte de equipo y que se base en la comunicación y combinación de todas laspartes que lo componen para crear un todo común y potente. Cada uno hace la guerra por su cuenta. La defensa desastrosa. No se enteran.  Cada ataque del equipo contrario es una ocasión de gol y si el rival no la crea con nuestros fallos infantiles se la ponemos en bandeja. El medio campo no existe, se le busca desesperadamente pero no da señales de vida. Nadie organiza y pone orden en el caos. La delantera impotente al no llegar balones con opciones. Las bandas de pena. No se desborda, no hay un centro decente al área que se pueda aprovechar. Es un sinfin de despropósitos.
Las Palmas llegó a Tarragona y ganó casi sin despeinarse. Creo que ni ellos se esperaban llevarse los tres
puntos de una manera tan fácil. El partido empezó, minuto 5, con un penalti claro a favor del equipo insular que Rubén Pérez se encargó de parar. Todo fue en vano ya que dos minutos más tarde el primer gol, de Viera, subió al marcador. Dominio total de los amarillos que en defensa no tenían que esforzarse mucho ante las carencias del ataque del Nàstic. En medio campo y arriba los jugadores canarios hilvanaban una y otra vez jugadas ante la pasividad y perplejidad de los granas.
Acabó la primera parte con ventaja mínima de los visitantes y con la esperanza de ver cambios en el Nàstic. Nada de eso. Solo comenzar la segunda parte llegó el dos a cero, segundo de Viera. Un jarro de agua helada para todos y que tampoco supuso la reacción de los locales. Llegaron los dos primeros cambios. Salió Luna y debutó Longás. Antes de que tocaran el primer balón llegó el tercer gol, obra de Guerrero. Entra Bueno por un desaparecido Viguera. Todo parecía que caería algún gol más en contra. No fue así e incluso el Nàstic comenzó a jugar un poco. La entrada de Longás dio un pequeño rayo de luz, no al partido que ya estaba perdido, y sí a próximos encuentros.
El balón empezó a moverse en medio campo con un poco más de criterio e incluso se hacían jugadas. Fruto de esa leve mejoría llegó el gol de Powel. Las Palmas se echó atrás a controlar el partido. El Nàstic empujó un poco más y tuvo algún acercamiento peligroso que bien pudo hacer subir el segundo al marcador. No fue así e incluso justo antes del pitido final fueron los de Juan Manuel Rodriguez quienes dispusieron de la última oportunidad.
Un gol a favor y doce en contra es el bagaje del equipo en este inicio de temporada. Tres derrotas y un empate contra el Numancia en donde tambien merecimos perder. Mucho hay que cambiar para no seguir haciendo el ridículo. Yo no creo que tengamos tan mal equipo como para arrastrarnos por los campos. Lo primero que hay que cambiar es la mentalidad. Estamos en plena competición y otra vez remando a contracorriente desde el inicio. Vuelvo a repetir que con Longás se vio un cambio a mejor. Esperemos que ese halo de esperanza se vea reflejado el próximo fin de semana en Xerez y que no volvamos a ser el hazmerreir de los seguidores del equipo rival.