Hoy como personajes del mes os traigo a Nati y Ponciano. Nati falleció hace unos meses y Ponciano tiene noventa y siete años. Son los padres de Elena, mi vecina.
Desde hace muchos años hasta el fallecimiento de Nati, les podia ver sentados en un banco de la plaza con alguna de sus hijas en el verano. Me encantaba acercarme a saludarles, pues su mirada cálida se posaba en mí y me hacia mucho bien.
Ahora Ponciano está deseando que llegue el buen tiempo para salir a la calle. Desde la muerte de su compañera se le nota un poco decaido, no en vano llevaban 71 años juntos, pero conserva esa mirada afectuosa signo de ser un hombre de bién.
En esta fotografia podemos ver a la izquierda a Ponciano con un primo suyo cuando era un muchacho joven. Estuvo tres años en la guerra y con mucha paciencia fué escribiendo dia a dia su diario, contando con detalle la vida tan dura en aquel horrible lugar. "Mas de una vez tuve que dormir encima de la nieve" me dice con la emoción a flor de piél.
Nati y Ponciano, nacieron en Vega de Doña Olimpa, provincia de Palencia. Allí se casaron y tuvieron a sus tres hijas, Maria Luisa, Elena, y Nati. Trabajaban la tierra y vivian de ella.
Ponciano llevado por el afan de tener una vida mejor se trasladó a Guardo, pueblo próspero en aquella época y con muchos puestos de trabajo .
Ponciano pronto encontró trabajo en la costrución, y sus hijas se fueron casando y formando su propia familia. La alegria de Nati y Ponciano era inmensa con la llegada de cada nieto. Se sumaron así tres niños y una niña a esta familia querida por todos.
En esta fotografia se les puede ver rodeados de sus cuatro nietos. La vida de Nati y Ponciano como la de otras muchas familias de la época, son el cimiento de la sociedad actual y donde poder mirarse las futuras generaciones. Con una sencillez envidiable, con pocos medios materiales, con unos valores trasmitidos de sus padres, la honradez, el trabajo, la generosidad, supieron formar a sus hijos y poner le listón muy alto.
En el hogar de Nati y Ponciano, bebieron como en un manantial de agua pura, sus tres hijas, la esencia de la verdadera dignidad. Por eso es la mejor herencia que conservaran siempre.
Mientras escucho a sus hijas contarme la historia de sus padres, no puedo por menos de recordar a los mios, se asemeja su historia, y la emoción me embarga por dentro.
Todos los veranos volvian al pueblo que dejaron. Allí se reunian todos con enorme alegria disfrutando la temporada estival. Sobre todo los más pequeños que acudian con sus abuelos nada mas les daban las vacaciones de verano.
Alrededor de la buena mesa, grandes y pequeños se sentian felices y amados. Nati, era una experta en hacer punto y las vecinas acudian a ella para aprender las nuevas técnicas. Con una sonrisa y una generosidad a prueba de bomba, encontraban en ella una profesora muy cualificada.
Grandes meriendas a la caida de la tarde donde el tiempo se detenia y la complicidad tenia como fondo la tierra parda castellana.
De aquellos tiempos aún guardan recuerdos los que les conocieron porque dejaron una huella imborrable entre sus vecinos.
Ponciano, recuerda sus viejos tiempos cuando los mozos celebraban el Carnaval. Organizaban en la hornera una merienda y las mozas se encargaban de hacer las tortillas y demás. Muchas veces, mientras las mozas en la iglesia rezaban el rosario, los mozos robaban lo que podian con gran enfado de las féminas.
Me cuenta tradiciones de la época. Cuando habia una boda, los mozos le cobraban los "derechos" al novio, pasando una bandeja donde tenia que depositar una generosa propina si no queria ser tachado de tacaño.
Las vidas que os presento aquí en esta nueva sección, son vidas corrientes pero valiosas, dignas de ser contadas para que lo sepa el mundo.
Ha sido una visita entrañable rodeada de Ponciano y sus hijas. Me despido de él con un beso y prometo visitarle de nuevo. Fuera, hace frio, pero yo me llevo el calor de esta maravillosa familia