Intentando, desde estos diferentes ángulos explicar la rara personalidad de una realización que integra con singular naturalidad las distintas sensibilidades que flotaban en el cine de ese momento clave de cambio (formal, moral, conceptual) que fue el final de la década de los 60. Configurándose, así, como una de las piezas clave que cambiaron el thriller norteamericano en la época y resultando, además, un ejemplo de perfecta integración entre uno estilo importado y la tradición del police procedural de los 40 y 50.
Pero principalmente, el texto es un intento de mostrar como la personalidad fílmica de McQueen y su total identificación con el personaje, determina de manera absoluta esta película, desde su estética a su ritmo narrativo. Provocando con ello su conversión (la del actor y la del film) en iconos. Imágenes perfectamente extrapolables y reconocibles en cualquier contexto, definitorias de un momento y de una manera de entender el cine de acción definitivamente extinguida.
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