Revista Talentos
El mundo no ha cambiado. En el nuevo amanecer la oscuridad se vio obligada, una vez más, a replegarse ante el avance inexorable del alba. Tímidos rayos crepusculares fueron tiñendo de púrpura toda una pléyade de nubecillas irregularmente desperdigadas por el cielo, apagando una a una la miríada de estrellas que, durante unas horas, habían iluminado la noche como faros ardientes. Seguir leyendo