Me despierto con esa necesidad tonta que de vez en cuando se me tira a los pies. Que me intenta llamar la atención hablándome de Orwell, de Andrade o del mismísimo Beckett. La necesidad por fabricarse un arte que nos haga de vehículo en este desierto. La necesidad de que éste tenga el poder de lo que es inequívoco, de la realidad. Y así me despierto, mirando desconfiado a un lado y al otro. Sintiéndome casi sospechoso.