Tenemos que hablar. Aunque ya estemos hablando.
Me viene pasando algo y las últimas semanas lo pensé mucho.
¿Viste que vos decías que habíamos perdido la magia? ¿Que ya no te sorprendía? Bueno, acá tenés: Necesito un tiempo. ¡Bum, no te la veías venir, eh!, pensaste que estaba todo igual que siempre.
La realidad es que estoy confundido. Y no hablo de cuando me confundo entre el shampoo y el acondicionador.
Hace unos meses siento que soy el único que la rema en esta relación. A veces no me das ni bola y no me venís a ver ni siquiera una vez por semana. No me comentás lo que te pasa, lo que estás pensando. A decir verdad, siento que ya no gustás de mí. Ni siquiera un toque me das.
Es complicado decirte esto. Sé que la frase “Necesito un tiempo”es de los peores inventos de la humanidad, pero no encuentro otra que calce mejor con esta situación que estamos atravesando.
No, no te estoy dejando. No te pongas mal. Voy a volver. Creo. Pasa que necesito un poco de aire y más libertad para desarrollar un montón de proyectos y arrancar de nuevo, renovado, mejor que nunca, lleno de libros, posts y mil cosas más para sacudirte. Como cuando se vuelve por la ruta en hora pico de unas vacaciones en la costa. Soy un blog, pero tengo sentimientos.
¿Cuánto tiempo? No sé. Viste cómo son estas cosas… Igual podemos seguir hablando por Facebook. Y capaz te mando un mensaje a las cuatro de la mañana. No pienses mal. Uno lindo.
Tampoco descarto que alguna noche de locura nos sentemos en el cordón de alguna vereda y después terminemos matándonos contra alguna pared.
No llores, me hacés sentir un hijo de puta. Te juro que no hay un tercero en esta relación…
Bueno, me tengo que ir. ¿Me bajás a abrir?