Necesito una palabra,
alguna que no signifique demasiado;
que me lleve de una punta a la otra
sin movilizarme un poco,
no digamos amigos, pintura, ni música.
Una Palabra que pueda relacionar
con otra que también carezca de valor;
sin decir jazmines, Lunas, ni Lourdes.
Que me haga liviana con su contundencia,
como un liberador disparo en la sien
o como los aullidos lamentables de un cortejo fúnebre.
Una palabra que sea una puerta a otra
y no el pasillo entre los versos;
que abra oraciones
y llame a cada cosa por su nombre,
sin vestir con los ampulosos trapos de la metáfora
mi esquelética imaginación,
muerta de frío bajo el cobijo de los libros
rendida al silencio del humo
y al calor de la estufa.
Con urgencia, necesito una palabra
y poder redactar un CV como la gente normal lo hace;
sin imágenes, sin música, sin mi.
Conseguir un trabajo donde me oprima el culo
el pantalón bien puesto y un reloj,
que recuente horas, tras horas, tras horas.
Debo aprender a quitarle a las palabras el sentido que le di;
si quiero ser socialmente adecuada
si, señor; cómo no, señor; enseguida, señor;
por favor y gracias... señor.
Nadie recuerda a Ariza,
sólo yo y algunos mas,
sólo yo y otros herederos del placer por la tinta,
del vicio de conquista y del amor por el amor.
/Lo que no recuerdo es el nombre de ella,
de la mujer de Florentino/
Sólo recuerdo al poeta y la poesía que nunca existieron,
no soy de los que se obtinan con lass musas,
las lunas siempre se renuevan.
Por eso, necesito una palabra que se convierta en mí,
para que no me olvide; una fotográfica palabra de mis besos.
Sería la única manera...
Cuando por fin tenga mi palabra perfecta
y mi verso sea el húmedo fulgor de los labios ajenos,
y mi poesía sea hermosa y clara;
encontrarla, desnuda y entera,
sobre mis hojas, casi escrita, mi palabra perfecta.