Revista Literatura

Negocios-Inventario

Publicado el 17 septiembre 2014 por Xabelg
Negocios-Inventario
Frank dejó pasar los días sumergido en lo que hasta ahora habría sido su rutina cotidiana mientras dejaba que Ardura hiciese lo suyo. Retomó  el trabajo, aunque eso no mitigaba por completo todo aquel barullo de sensaciones que le empezaban a corroer la mente, dándole vueltas y más vueltas al tema. No dejaba de pensar en que en cualquier momento la policía podía irrumpir en su oficina o en su casa, y llevárselo a rastras para tirarlo en un agujero aislado del resto del mundo. No había visto nunca a la policía española en el cumplimiento de sus funciones, pero suponía que al igual que la americana, no sería difícil que se le obsequiara con algún que otro porrazo extraviado.
Hizo un esfuerzo por concentrarse en lo que estaba haciendo, introducir datos de clientes en el ordenador, para intentar alejar esos desagradables pensamientos.
Habían pasado tres días ya desde que Ardura le había arrojado toda aquella información. Tres angustiosos días en los que el silencio continuado era una discreta tortura. Quizá hubiera sido mejor que le hubiera dicho que no la encontraría, en lugar de lanzarse a esgrimir teorías sin demasiado fundamento. Porque eso era una de las peores cosas, eran teorías de Ardura, pero Frank sospechaba que no era nada difícil que se acabasen confirmando como una realidad. Teorías lógicas con un punto delirante. Si Naomi era una delincuente buscada, por que no habían reclamado su extradición?
La espera, las preguntas, y la incertidumbre, junto con el riesgo constante en el que podría encontrarse, le hacían polvo. Ansiaba saber algo con certeza y pronto, que Ardura se pusiese en contacto con el o que Naomi hiciese acto de presencia y aclarase todo. Necesitaba que alguien le diese una noticia tranquilizadora, y sobre todo necesitaba salvarse de lo que pendía sobre el y que le hiciesen saber que se había librado de ello. Por suerte, ya quedaba menos para poder saber algo más, según las palabras del detective. Sólo un día más y sabría a que atenerse.
Dos días más tarde, Frank continuaba esperando, o más bien desesperando. Era ya el segundo día en el que ni se molestaba ya en ir a abrir el despacho. Había empezado a beber para mitigar la desesperación ante una situación muy precaria. Ardura no habría encontrado nada y ni se dignaba en llamarle. Pero Frank tenía que intentar reducir los daños del golpe que podría sobrevenirle. Tomó las páginas amarillas y se puso a buscar un abogado que le sacara del embrollo en lo posible si se celebraba algún juicio en torno a ese caso, sentía que tenía que curarse en salud. En ese mismo instante alguien llamó al timbre. Más que llamar pegaba el dedo en el pulsador como si no hubiera un mañana. Se abalanzó sobre la puerta para que quien fuera, parara de hacer ruido de una vez cuando al abrir se topó con Ardura, un Ardura de ojos enrojecidos, ropa arrugada, y barba de varios días que sin saludarle siquiera entró en su piso y le soltó:
-Los tengo! Yo tenía razón. Tu socia es la reina del crimen de esta ciudad. No ha salido de aquí y tengo evidencias de ello!
Frank tardó un rato en reaccionar, la combinación de whisky irlandés y esa avasalladora presencia con noticias que confirmaban su penosa situación era demasiado. Quería desmayarse y descansar un poco la mente, por que su cuerpo no le obedecía?
-Me estás oyendo, Blackwell?
Frank se dejó caer sobre una silla mientras Ardura cerraba la puerta con el pie. Las manos las tenía ocupadas, una con un maletín, y la otra con uno de sus inseparables cigarrillos. Frank acumulo la fuerza de ánimo suficiente para decirle:
-Cuéntame todo, Ardura, no te dejes nada.
-Muy bien, así me gusta. Atento, que allá voy.
-Cuando quieras.
-Esto es lo que he podido saber de momento: En cuanto se efectuó la expulsión del cuerpo de policía, tu socia abandonó el país y se introdujo aquí ilegalmente, sabiendo que dictarían orden de busca y captura. Aquí es donde tiene más posibilidades de seguir en libertad, y se ha dedicado intensamente a construir una red delictiva que le asegure el sustento y mucho más. Lo peor es que en su fuga hirió a un policía que la escoltaba por lo que se le supone peligrosa. Y no es la primera vez que lo hace. Estuvo casada y liquidó a su propio marido, cuando sepa los detalles, te lo contaré, pero sigo con el caso. Bueno, a lo que íbamos, ella estuvo en Barcelona desde antes que tu, si, mira, eso también lo se, te investigue a ti también, recuerda. Pues eso, Tu socia no vio en Barcelona un terreno fértil para sus planes. Pero cuando llegó aquí si, este territorio le es mucho más propicio para lo que ella quiere, que no es otra cosa que dar rienda suelta a su yo más ilícito. Tiene en sus manos toda la distribución de cocaína de la comarca de Avilés, además de ocasionales fraudes, robos de antiguedades, y otras lindezas que tengo pendientes de confirmar.
-Muy bien, Ardura, buena historia, pero un poco... cinematográfica, no te parece? De donde has sacado la información, si puede saberse?
-Entre otras fuentes, de tu gestor. Lo he tenido bajo vigilancia todo el tiempo al cabrón. Me ha llevado directo a ella. El se ocupa de falsear las cuentas y toda la documentación con una particular ingeniería fiscal, se dedica a cosas que por si solas ya son delito, conque imante combinadas con la complicidad con los tejemanejes de tu socia.
-Entonces, ya sabes donde está?
-Eso es, como te he dicho, el gestor me llevo derecho a ella. Ella tiene un piso franco frente a la estación de tren. Tengo fotos, documentos, conversaciones grabadas, todo tipo de cosas que certifican la veracidad de lo que te estoy contando, lo tengo todo en mi despacho, junto con otra cosa de la que no te daré detalles hasta que no veas por ti mismo, si sólo te lo dijera, no se si lo creerías.
- No se...Tengo que ir... ahora? No me encuentro con muchas ganas de nada...
-Merecerá la pena, te lo aseguro, y es algo que no puede esperar a mañana, hay que moverse rápido. Te apetece ver una película? Pues ven a mi oficina, tengo un material videográfico sobre el caso que te va a interesar de la hostia.

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