Dicen que el buen café debe ser negro, caliente y amargo.
Los románticos lo describen negro como la noche, caliente como el sol y amargo como el amor. No hay nada mas alejado de la realidad que esa forma idílica de describir el buen café.
Con el tiempo he descubierto que el buen café es aquel que te hace sentir, te trae recuerdos a tu momento presente. Es ese que, en cada sorbo, deja el aroma de la casa de la abuela o te lleva hasta ese momento en el que diste tu primer beso.
El buen café es el que preparas cada mañana, con todo el ritual elaborado o si quieres hasta mecánicamente pero que su sabor despierta la memoria y en esas notas aromáticas detectas el olor a tierra, recordando cuando salías a mojarte bajo la lluvia cuando eras un chiquillo.
El buen café no es aquel que tiene certificaciones y viene de tierras lejanas.
El buen café es el que disfrutas como sea y cuando sea, el que no te quita el sueño o el que hace soñar despierto en cada taza; ese que te acabas a sorbos solo o acompañado.
Dicen que el buen café debe ser negro, caliente y amargo.
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Imágenes: freephotocc, eliasfalla.