Neverending Christmas

La compañera Primera Dama ordenó colocar varios árboles con luces con el fin de que cada niño y niña del país pudieran disfrutar de los colores de la Navidad independientemente de su posición social e ideológica. Un empresario oligarca sin escrúpulos decidió colocar un árbol navideño frente a uno de los tantos árboles que adornaban la ciudad capital de la República. Ese árbol, era quizás un palmo más alto que los que había mandado colocar la compañera Primera Dama, aunque no tan bello, ni tampoco iba coronado por un cubo donde se recordaba que era el año 31 de la Revolución, que el país era Socialista, Solidario y Cristiano en el ALBA y que había que volver a votar al compañero comandante Presidente en la casilla 2. Simple y llanamente era una argucia publicitaria capitalista con el único objetivo de mercantilizar la Navidad y transformar el sentimiento de paz de estas fechas en un espectáculo de consumismo exacerbado. La compañera Primera Dama ordenó que se levantaran varios metros más los árboles navideños que había mandado colocar, para que nada ni nadie pudiera tapar el verdadero espíritu navideño que inspiraban esos adornos, y para que los niños y niñas pudieran disfrutar de la Navidad en su verdadero sentido, aunque probablemente, la mayoría, no tenga nada que llevarse a la boca.
Meses después, aún seguimos disfrutando de la Navidad perpetua en paz y armonía y cualquiera que se de un paseo por Managua, todavía puede disfrutar de los árboles situados en las rotondas, o como éste, emplazado frente al Teatro Rubén Darío e imbuirse del espíritu navideño. Las mentes malpensantes (y oligarcas) dirán que se trata de propaganda electoral, pero no lo es.