Revista Talentos

Ni alto, ni guapo, ni escultural

Publicado el 20 diciembre 2017 por Aidadelpozo

No es alto, ni guapo, ni tiene un cuerpo escultural. Es un tipo normal y corriente, más bien tirando a feo, de esos que pasan desapercibidos. Sin embargo, no siendo atractivo ni seductor, ni el hombre que protagonizaría una novela romántica, ni el que las mujeres se morirían por conocer, es el tipo de hombre que me gusta a mí y eso me basta. Y me gusta porque yo no soy como el resto de las mujeres, no, no soy normal ni quiero serlo. Y por eso, no busco al tipo atractivo porque ya sé de qué va el cuento y de qué va su rollo, siempre el mismo pues están cortados por el mismo patrón.

Yo quiero un tipo maravillosamente corriente, que son los que mejor aman. Porque esos hombres, los que tienen un poco de barriguita, los que no sobresalen por sus músculos, por su pelo engominado ni su porte de galán de culebrón venezolano, son los hombres que aman de verdad, como he constatado a lo largo de mi vida, ya que he sido "amada y desamada".

He conocido hombres muy atractivos, incluso guapos, que solo han mirado por ellos y no por la mujer que tenían a su lado, hombres para quienes las palabras reciprocidad, empatía, cariño y respeto carecían de sentido, teniendo por bandera la indiferencia, el egoísmo y la vanidad. Con tales estandartes no se puede satisfacer a una mujer y menos aún amarla. Esos hombres que, sin embargo, protagonizan las novelas de amor, no son quienes en realidad aman a las mujeres. Tampoco, admitámoslo, nosotras somos las mujeres protagonistas de esas historias. Somos protagonistas de nuestra propia historia y esta pasa por lo cotidiano y las mil y una rutinas que nos envuelven y atrapan. No obstante, las mujeres reales, que no corrientes ni comunes, solemos amar a hombres reales, que no corrientes ni comunes. Excepción es y no regla, quien ama a uno de estos hombres superficiales y egocéntricos, que abundan, para desgracia del resto de hombres.

Lo que las mujeres queremos es ser entendidas -eso no significa dar soluciones a nuestros problemas, solo necesitamos saber que la persona amada está a nuestro lado- y valoradas. Poco pedimos para tener una sonrisa en nuestra cara y para darlo todo. Y por eso estos atractivos hombres que no saben amar -ya que amar en el amplio sentido de la palabra es querer bien y follar bien-, suplen su carencia con la verborrea de quienes conocen qué demandamos y el pie del que cojeamos.

Se nos ve venir y se nos cala pronto y ahí radica su poder. Pero este se desvanece enseguida, pues no se puede fingir durante mucho tiempo lo que no se es. Y cuando descubrimos el engaño, aprendemos a base de golpes, que quien muestra indiferencia no te ama, ya que el amor es todo, menos indiferente.

Llega un día en la vida de la mujer -a cada una de nosotras el proceso exige un aprendizaje con más o menos desengaños amorosos- en que abrimos los ojos y vemos más allá de los cuentos de hadas y sonreímos no gracias a la verborrea, sino por cada mínimo detalle, cada gesto, cada cana, cada arruga, cada defecto y cada muestra de ternura de ese hombre normal, que en realidad no lo es. Y nos seducen no por las tonterías que esos que no saben del amor ni media, sino por quienes, sin comernos la oreja, nos lamen el alma. Y no son precisamente ni guapos, ni galanes, ni altos, ni poseen cuerpos cultivados en el gimnasio. Son tipos corrientes con su incipiente calvita, con sus kilos de más, con su corazón grande y su generosidad más grande aún. Hombres que se matan por hacernos sentir vivas, incluso muriendo un poquito ellos. Ese es el tipo que finalmente entra en nuestras vidas para quedarse, el que no es atractivo por fuera sino por dentro, el hombre nada corriente.

Y que se vayan a freír monas aquellos que te preguntan si te lo han hecho bien, pues no están acostumbrados a... (manda "güevos" que un hombre de moja pan y moja tenga que preguntarle eso a una mujer). Aunque, claro, esos pésimos amantes nunca han tenido que esforzarse en amar ya que piensan que con su cara es suficiente. A esos les voy a dar un consejo completamente gratis: la belleza es efímera y la potencia tiene fecha de caducidad. Poneros las pilas porque el chollo se os acabará pronto y los hombres normales vienen con la lección aprendida y pisando fuerte...

NI ALTO, NI GUAPO, NI ESCULTURAL

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