Nunca he sentido como parte importante de mi identidad, ser "mexicana". Ni de niña sentí amor por la bandera o el himno. Sí me emociona ver a mexicanos haciendo algo especial; siento que son "algo de mí". Y me parece que sería casi cruel vivir sin tacos y enchiladas.
Tampoco me parecía importante ser del rancho grande de donde vengo, pero cuando me instalé a vivir en Querétaro, me di cuenta de mis diferencias, extrañé lo que conocía, sentí evidenciarse y crecer los afectos por "lo de allá". Sé que cuando cambie de país, me pasará lo mismo respecto a México.
De cualquier modo, cambiaré de país, un día. Espero que mi hija viva su adolescencia en otro lugar del mundo. Me costará alejarme más -físicamente- de la familia extensa, pero tengo bien asumido que una ha de hacerse el camino por donde toca hacerlo.
Un día que fui de visita a mi tierra me di cuenta de que ya no era "de allá". A esta ciudad, sin embargo, nunca he podido hacerla mía, o tal vez, más bien, nunca he podido hacerme suya. Resolví que no era de aquí ni de allá, sino de mi casa. Por eso, buscando destino para ir visualizando el futuro, hay varias cuestiones a tomar en cuenta, pero no tengo un conflicto subjetivo con estar donde sea; seré de mi casa.
Silvia Parque