Revista Talentos

Ni tan tan ni muy muy

Publicado el 03 mayo 2022 por Sylvia

El papá de B y yo estamos de acuerdo en las cosas importantes, pero tenemos estilos muy diferentes. 

Hace unos días, preparé unas papas fritas en cuadritos, las dejé reposar unos minutos, las serví a B y se quemó. Hay un sillón cerca de la mesa: corrió a echarse ahí a renegar-medio llorar. Yo seguía en la cocina. El papá, que estaba en la mesa junto a ella, exclamó que se quemó, llamando mi atención hacia la criatura en el sillón. Yo la vi, le dije a ella que lo lamentaba y alguna cosa cariñosa, pero no me acerqué: seguí con lo que estaba haciendo. Él repitió que se quemó, como si yo no hubiera entendido y le aclaré que me daba cuenta de lo que estaba pasando. Él ya estaba junto a la niña, que expresaba su malestar con movimientos y a él le cayó encima una pierna, en algo así como una patada que no pretendía ser patada, solo era una niña desahogándose. 

Para no describir acto por acto, palabra por palabra, resumiré que él piensa que es necesario acercarnos y acompañar con proximidad física el malestar, contener y consolar ahí junto. Yo pienso que, dado que no pudo ser una quemadura grave, hay que expresarle "condolencias" y dejarle desahogarse por su cuenta. 

Es representativo de cómo vemos y hacemos. Cuando B no come, lo cual es raro pero llega a ocurrir, él busca qué otra cosa darle y repasa lo que pudo hacer para que sí comiera. Yo pienso que ya comerá cuando tenga hambre, no se va a desnutrir por una vez, dos o tres que no coma. 

Silvia Parque


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