Nicaragua: sangre y fuego

Publicado el 10 enero 2011 por Deshollinador

Leí en las efemérides mundiales que el 6 de enero de 1927 marinos de Estados Unidos invadieron Nicaragua. Quise conocer esa historia, por lo que busqué textos al respecto y los leí con detenimiento, pronto la lectura me enganchó y decidí leer el tema anterior…, luego el posterior… hasta que, sin habérmelo propuesto en un inicio, terminé cubriendo la historia nicaragüense desde su independencia hasta los albores del siglo XXI.

Con gusto comparto el sumario que fui creando en mis lecturas. Confieso que llegué a desesperarme en su manufactura, puesto que era incapaz de organizar los acontecimientos, leía y releía y sin embargo no alcanzaba un mejor grado de comprensión, temí que mi capacidad de aprendizaje estuviera mermando (?)… mas ahora que doy los últimos retoques, me doy cuenta de que el tema es complejo. La historia nicaragüense resulta ser, haciendo analogía con las «taxonomías» de las bellas artes, una narración barroca, por lo voraginoso de su desarrollo y la profundidad en sus detalles.

La historia pues… comienza justo debajo.


Nicaragua: sangre y fuego


Independencia

Sandinistas en Nicaragua (fig. 1)

Este país centroamericano se independizó en 1821, pero no fue hasta 1838 que llegó a alcanzar su soberanía. Como hay potencias que no respetan autonomías —desvalor que, para el infortunio de las naciones desfavorecidas, se trastoca en virtud que acentúa la situación privilegiada de la hegemonía— la Nicaragua independiente sufrió por largo tiempo el acoso feroz de extraños que buscaban, además de detentar sus recursos, apoderarse de un bastión clave en una zona por demás estratégica.

El canal interoceánico

Las intromisiones de las potencias, aunque inauguradas por los españoles y los británicos en la Conquista, menudearon a partir de 1847, cuando se planeó la construcción de un canal que iba a unir las aguas de los océanos Pacífico y Atlántico. La evidente rentabilidad del proyecto, su potencial generador de profusa riqueza, atrajo a los ingleses, quienes, haciendo a un lado sus escrúpulos, invadieron el municipio nicaragüense de San Juan del Norte donde era probable que desembocara la obra fluvial.

Fue en 1850 cuando Estados Unidos y Gran Bretaña acordaron —desdeñando al gobierno de Nicaragua, el principal afectado— compartirse el uso de la futura ruta interocéanica. Este atropello sacudió el ánimo de los nicaragüenses.

Mercenarios

Las reyertas entre los grupos liberales y conservadores vapulearon la cotidianeidad de la Nicaragua de mediados del siglo XIX. Con el objetivo de dar un golpe imbatible a sus rivales, los liberales recurrieron en 1855 a la controvertible medida de contratar a mercenarios extranjeros; ellos, al mando del aventurero William Walker, se apoderaron del país. Walker se erigió en presidente… durante su régimen dio lugar a la esclavitud —en boga en EEUU— y se esforzó, infructuosamente, en anexionar Nicaragua a la potencia norteamericana.

Pocos años después una alianza centromericana puso fin a su tórrida administración en 1857.

Intervención

Décadas más tade, en 1893, un liberal, José Santos Zelaya, alcanzó el poder, lo que Estados Unidos no vio con buenos ojos pues apoyaba a los conservadores; por tanto, comenzó a acosar militarmente al país centroamericano. En 1907 tomó a la fuerza el Golfo de Fonseca y un bienio después, tomando el ajusticiamiento en Nicaragua de unos mercenarios estadounidenses como pretexto a medida, ordenó a sus marinos desembarcar. En 1910 logró la potencia su cometido de destronar a Santos Zelaya; en su lugar se impone un gobierno títere presidido por Adolfo Díaz. El pueblo nicaragüense, agraviado, trata de poner freno a la injerencia… se levanta en armas… El combate recrudece en 1912. Se firma un tratado desventajoso para los latinos dos años adelante, protagonizado por el entonces ministro plenipotenciario Emiliano Chamorro y el gobierno de la potencia. El contrato, conocido como Tratado Bryan-Chamorro, le da a EEUU el derecho de construir y de a perpetuidad explotar la obra.

Tiempos de guerra

A consecuencia de las presiones tanto internas como externas, Estados Unidos se ve orillado a desalojar sus fuerzas. Esto en 1925.

Llega al poder Carlos José Solórzano… sin dilaciones un golpe de Estado lo derroca y encumbra a Emiliano Chamorro. Aunque Solórzano se resigna a su suerte, el vicepresidente Juan Bautista Sacasa pide asilo en México y desde allá se proclama Presidente Constitucional de Nicaragua. El gobierno mexicano ayuda a Chamorro a armarse [1] y éste nombra general de sus fuerzas a José María Moncada, quien, a la postre, iba a sentarse en la silla presidencial. Las pugnas por el poder encendieron los campos y las calles, zafarrancho que fue la excusa perfecta para que las tropas estadounidenses retornaran a «pacificar». Adolfo Díaz fue impuesto una vez más en la presidencia, comenzando así un segundo mandato a más de una década de terminado el primero. Moncada y su ejército avanzaban por Nicaragua logrando triunfos que pusieron nervioso a Washington, es cuando éste decide firmar un acuerdo con la sublevación. En 1927, Moncada y el representante de la hegemonía, Henry Stimpson, concertaron el Pacto del Espino Negro, que legitima al gobierno títere, ordena el desarme y convoca a elecciones que tendrían que ser supervisadas por el ejército extranjero. Celebradas las elecciones, el general Moncada accede a la presidencia. Muchos de los líderes guerrilleros que en un principio se opusieron a los puntos entreguistas del pacto, terminan deponiendo sus armas a cambio de amplias prerrogativas.

Augusto Sandino

General de Hombres Libres (fig. 2)

Entre los escasos guerreros que rechazaron la paz acomodaticia se cuenta el legendario Augusto Nicolás Calderón Sandino, en cuyo honor se le dará nombre a las fuerzas de liberación que distinguen a toda una etapa de la gesta revolucionaria. Una vez declarada la guerra contra el nuevo régimen, las fuerzas de Sandino toman como estandarte la colorada bandera liberal, mas cruzada por una franja negra; en conjunto alegoriza la lucha en pos de la libertad que será sólo cesada por la muerte [2].

Augusto Sandino trabajó de 1921 a 1926 como peón lejos de Nicaragua: Honduras, Guatemala y México atestiguaron sus jornadas fatigosas. Con el dinero obtenido adquirió el armamento que posteriormente iba a utilizar en sus numerosas batallas. Estados Unidos había hecho desembarcar a sus marinos en las riberas de ambos océanos y había formado en ellas zonas neutrales que, si eran atacadas por cualquiera, el acto sería considerado una declaración de guerra; ello resultó la gota que rebosó el vaso; en ese momento Sandino decidió unirse a la resistencia… pero no fue bien recibido; se desvió de su plan original y él y otros alzados se unieron para formar un ejército, organización ésta que en su plenitud, gracias a los voluntarios que venían inclusive del extranjero atraídos por la fama del guerrillero [2], llegó a recoger unos 6 mil combatientes [2]. El organismo se denominará el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN).

Desde sus primeros enfrentamiento el guerrillero se percató de la superioridad táctica y armamentista de su enemigo, debido a ello decidió apartarse de los métodos de guerra convencional y adherirse a los de la «guerra de guerrillas». Washington avizoró el cambio de dirección y, en un intento por contrarrestar sus efectos, formó comandos de contraguerrilla a los que entrenó y aprovisionó (de los que luego devendría la funesta Guardia Nacional). Luego de triunfos sonados de la guerrilla, ejemplar el de El Bramadero, los soldados extranjeros, que antes se referían a sus enemigos como «bandoleros», comenzaron a precisar su esencia y a referirse a ellos como «guerrilleros». EEUU en 1929 resintió los efectos de la aún incipiente Gran Depresión; la crisis llevó a ese gobierno a buscar con desesperación la forma de recortar sensiblemente sus presupuestos. Los problemas del invasor más la tenacidad de los rebeldes bastaron para que aquellos emprendiera la retirada, no obstante, la victoria no se había ganado de gratis: cerca de medio millar de combates habían sido librados de 1927 a 1934 [3], casi no había hogar en Nicaragua que no llorara la pérdida de un ser querido, el país cargaba una deuda gigantesca…

Adios al prócer

Antes de zarpar el gobierno estadounidense dejó a un nicaragüense incondicional a sus órdenes, Anastasio Somoza García, a la cabeza de lo más cercano a un ejército que en el país existía: la Guardia Nacional. Juan Sacasa fue reconocido como presidente y recibe de Sandino una propuesta de paz, que acepta. En tal situación los insurrectos depusieron sus armas. La Guardia Nacional aprovechó que sus antiguos enemigos estaban inermes para vengarse y vulnerar sus derechos. Augusto Sandino en persona viaja a Managua para denunciar los ilícitos y buscar que se terminen, Somoza se da cuenta de que el guerrillero, mientras viviera, aun llegaran tiempos de paz, iba a ser siempre un poderoso enemigo. Es así como lo manda matar.

El caudillo es apresado junto con varios hombres de su confianza, son llevados a un paraje desolado y ahí son ejecutados a tiros. Acaeció el 21 de febrero de 1934.

Después del asesinato la Guardia Nacional atacó a varios exguerrilleros, quizás para debilitarlos y prevenir cualquier represalia. Sócrates, hermano menor de Sandino, es asesinado en uno de los ataques. Parece que Somoza llegó a afirmar que la orden de matar al líder guerrillero la recibió del gobierno de Estados Unidos.

Una monarquía en la Latinoamérica del siglo XX

La dinastía Somoza (fig. 3)

Dos años después el jefe de la Guardia Nacional —ante la mirada indolente de EEUU— defenestraba al presidente en turno, Juan Sacasa, para ser nombrado presidente en unas elecciones nada confiables. Al arribo de Somoza se engarzó el primer eslabón de la cadena dinástica que, en íntima alianza con Estados Unidos, iba a gobernar a base de mano dura y sobrada tiranía por más de 40 años. La estirpe Somoza acaparó al por mayor tierras, empresas y bienes en general. Así acumularon gran riqueza.

En 1956 el dictador, que departía en una fiesta en su honor, fue asesinado a balazos por el poeta Rigoberto López Pérez. Los compinches del ejecutado, obcecados por rabiosa paranoia, reprimieron con brutalidad al pueblo.

Luis Somoza Debayle, alias «Tacho», un hijo del tirano recién abatido, tomó entonces su turno en la silla presidencial. Este Somoza murió en 1967. Fue sucedido por un gobierno asociado a la familia que ocupó la cumbre política por los siguientes cuatro años. Los Somoza recuperar el control directo de la nación al serle conferido a otro heredero de Anastasio Somoza García, esta vez Anastasio Somoza Debayle («Tachito»), el título de Presidente Constitucional de Nicaragua.

De la forma que se refiere, el régimen dinástico continuó hasta rayar la década del 80.

Dictadura y hegemonía, simbiontes

Durante la «monarquía» Somoza ellos no tuvieron empacho en demostrar su subordinación al gobierno estadounidense; luego del ataque a Pearl Harbor, por ejemplo, el país centroamericano entró, aun su voluminoso lastre financiero, a la Segunda Guerra Mundial; de igual manera envió tropas a las naciones avecindadas en las que cualquier rival de la hegemonía norteamericana osaba alzar sus fusiles, sus machetes o hasta sus azadones. Costa Rica, Guatemala, República Dominicana y Panamá sufrieron en carne propia la belicosidad del somozismo. Otra prueba del apego de los Somoza a la hegemonía estadounidense se dio en 1961, año en que de Puerto Cabezas, Nicaragua, zarparon unas legiones que pretendieron aniquilar al gobierno de Fidel Castro en Cuba; a término, la central de inteligencia de Estados Unidos (CIA), patrocinadora de la invasión, sufrió una de las derrotas más sonoras de su historia, capítulo que es guardado en los anales de la historia bajo el capítulo de «la invasión de Bahía de Cochinos». Ahí no terminan las pruebas de apego de la dictadura nicaragüense a EEUU: en 1967, aquella ofreció tropas para pelear del lado de su aliado en Vietnam.

A cambio de esos favores, la potencia ayudó a la dinastía a afianzarse en el poder, llegando, como hemos visto, a acarrear a sus poderosos marinos para mantener a raya a las sublevaciones de gente común.

Sandino resucita…

Volando de regreso a inicios de los 60 hemos de situar el nacimiento del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), un grupo armado fundado por sobrevivientes del EDSN, que buscó parar de tajo la interminable tiranía de los consanguíneos de Somoza. Dicha guerrilla se fortaleció y paulatinamente obtuvo mayores éxitos. En 1976 el frente se escindió en varias corrientes, sin que ello mermara la simpatía que despertaba en el pueblo. Joaquín Chamorro, político y periodista de oposición, es asesinado por las autoridades. Las matanzas, las violaciones, los abusos, la miseria de la mayoría… crearon las condiciones propicias para el estallido. La guerra civil comienza.

Los logros de la guerrilla se suceden, unos relevantes como la toma del Palacio Nacional de Managua en 1978, que orilló al gobierno a la liberación de presos políticos. En 1979 llegó el tiempo de la «batalla final», los ejércitos derivados del FSLN se reunieron con el objetivo de sumar fuerzas. El alzamiento fue reprimido con brutalidad. En casos el Estado bombardeó poblaciones donde era claro que sólo había civiles.

Ofensiva sandinista (fig. 4)

A la puesta del conflicto, la revuelta empezó a rebasar la capacidad de las autoridades nicaragüenses y «Tachito», el 17 de julio, salió del país con rumbo al exilio. Un año después fue asesinado a fuego de fusil y bazuca en manos del argentino Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

El 19 de julio de 1979 es consumada la Revolución Sandinista; los ejércitos populares entran triunfantes a Managua, la Guardia Nacional se rinde. Una junta de gobierno, entre cuyos integrantes estaban el líder guerrillero Daniel Ortega y Violeta Barrios (viuda del extinto periodista Chamorro), sube al poder. (Los susodichos serían en un futuro, cada uno en su turno, presidentes de Nicaragua).

Contrainsurgencia

El triunfo revolucionario no significó el inicio de un paraíso campesino y proletario… pero en la praxis fue a traducirse en esfuerzos que mejoraría la situación de las masas sobre todo en lo elemental: alfabetización, salud, educación, trabajo y reforma agraria. Las clases que extrañaban el régimen extinto, incluidos empresarios multimillonarios y altos mandos de la vieja Guardia, abandonaron el país y, desde el confort del exilio, empezaron a organizarse y a proyectar un golpe contra el incipiente gobierno popular. En su senda fueron apoyados por Estados Unidos, primeramente por la administración de Reagan que fue relevada luego por la de Bush padre. El gobierno revolucionario tenía cierta influencia marxista-leninista, además de que era cercano al gobierno cubano, Washington simplemente no iba a permitir que otra nación latinoamericana absorbiera las políticas de la —en esos momentos— poderosa Unión Soviética (que baste recordar que el mundo era estremecido en esos días por la Guerra Fría).

Así, en una recién nacida década del 80, comenzó la era de «la contra».

Los recursos acumulados por la contrainsurgencia fueron inflándose, llegando en cierto punto a poner en jaque al enemigo. La situación del sandinismo decayó cuando fue a recargar buena parte del peso de la defensa en los hombros enervados del pueblo, la muchedumbre terminó por doblegarse y sentir cierta animadversión por sus líderes. Según una versión, la Policía Sandinista capturaba personas para que, hasta en contra de su voluntad, combatieran desde su bando [4].

Las artimañas intervencionistas de Estados Unidos resultaron efectivas al grado de que el gobierno de Nicaragua tuvo que invertir la mitad de su presupuesto en gasto militar.

Deplorables fueron los costos de esta guerra. Aproximadamente 60 mil personas murieron [3]… Se perdieron bienes cuyo valor fue estimado en 178 mil millones de dólares [3]… El país quedó al borde del colapso.

Estados Unidos al descubierto

Ronald Reagan — «Detengan el comunismo en Centroamérica» (fig. 5)

La nación nicaragüense sufría sobremanera cuando, para su suerte, el entrometimiento de la potencia norteamericana ya no pudo ser soslayado por la comunidad internacional. El consenso global empezó a sesgarse en favor del contendiente débil del conflicto. En Europa se formaron organismos que establecieron programas para coadyuvar al desarrollo acelerado de Nicaragua.

Las crecientes protestas llegaron a hacer eco en el Tribunal Internacional de La Haya, sus jueces, después de ponderar las acciones del imperio, dictaminaron que de inmediato ésta debía suspender su padrinazgo a la resistencia. Obviamente, la potencia desoyó el veredicto.

En esa situación el gobierno de Nicaragua realizó una maniobra que tomó por sorpresa a la colusión contrarrevolucionaria: convocó a elecciones. De acuerdo al gobierno, los observadores internacionales iban a ser bienvenidos para que atestiguasen el inminente ejercicio democrático. Las elecciones sucedieron en 1984. El sandinista Daniel Ortega fue elegido —aunque, de facto, ya era presidente.

Escándalo político

Desdeñando el paso en pos de la democracia recién efectuado por Nicaragua, EEUU decretó un embargo contra la nación. El presidente Ortega no tardó en declarar el estado de emergencia, en consecuencia vinieron las suspensiones de derechos civiles.

Dentro de ese contexto, el gobierno estadounidense se va dirigiendo a una crisis política que causará revuelo en el mundo: el suceso, referido como «Irán-Contras», inicia cuando se devela el financiamiento directo de Washington a la contrainsurgencia antisandinista. La acción violaba el derecho internacional toda vez que Ortega hubo accedido al poder a través de medios democráticos. Más se oscureció el panorama de Estados Unidos cuando se reveló cómo el financiamiento estuvo siendo encubierto: Washington vendía importantes volúmenes de armas a Irán, en ese momento enfrascado en una cruenta guerra contra Irak, violando de esa manera un «boicot de seguridad» sellado por la ONU. Como era de esperarse, enérgicas protestas en los foros internacionales se sucedieron.

Después de la tormenta…

Las presiones internacionales para pacificar Centroamérica —El Salvador y Guatemala también sufrían guerras—, así como el acercamiento con fines de diálogo del gobierno sandinista a la «contra», florecieron en 1990, y desembocaron en una tregua y en la programación de futuros comicios. La Unión Nacional Opositora (UNO), alianza abigarrada de corrientes políticas, logró el triunfo electoral, en la persona de Violeta Barrios. Daniel Ortega reconoció su derrota y felicitó a la nueva presidenta. Un grupo de la alianza vencedora, al estar en desacuerdo con parte de las acciones implementadas por Barrios en sus primeros pasos, se escindió definiéndose como fuerza política opositora. La presidenta procuró mejorar las relaciones del país con Washington, lo que molestó a quienes por su edad hubieron experimentado las agresiones del invasor. La administración de Barrios intentó devolver los bienes expropiados durante la administración sandinista a sus dueños anteriores, la mayoría adinerados, pero la devolución resultó imposible, toda vez que los organismos populares, los propietarios actuales, consideraban que habían pagado cualquier bien con creces, a sudor y sangre, por sus servicios durante la guerra.

En las votaciones posteriores, las opciones de derecha siguieron siendo favorecidas por el sufragio popular.

En 2007, el derrotero nicaragüense dio un viraje y el sandinista Daniel Ortega fue elegido una vez más presidente de Nicaragua.

Notas y fuentes:

  1. << El Pacto del Espino Negro —Clemente Guido; El Nuevo Diario: http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2000/agosto/11-agosto-2000/opinion/opinion3.html
  2. << Augusto César Sandino —Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Augusto_C._Sandino
  3. << Timeline: Nicaragua —Stanford University: http://www.stanford.edu/group/arts/nicaragua/discovery_sp/timeline/index.html
  4. << Unión Nacional Opositora —Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Uni%C3%B3n_Nacional_Opositora
  5. Nicaragua: Una historia tormentosa —Nodo50: http://www.nodo50.org/espanica/histonica.html
  6. San Juan del Norte, Nicaragua —José Luis González y Tania Jiménez Penha; Invasores del Caribe de Nicaragua, una cronología de eventos; Manfut.org: http://www.manfut.org/juan/juan.html
  7. Emiliano Chamorro —Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Emiliano_Chamorro

Imágenes:

  1. Día de la Revolución —DelSurNewsOnLine.com: http://delsurnewsonline.com/1409/1409/
  2. Augusto César Sandino —Loboalpha.info: http://www.loboalpha.com.ar/208ultimomomento.htm
  3. The Somoza Dinasty —Latin American Studies: http://www.latinamericanstudies.org/somoza.htm
  4. Medios de la lucha sandinista —Revista Medios y Mensajes: http://revistamediosymensajes.blogspot.com/2010/12/la-trilogia-de-1750-paginas-que-sacude.html
  5. Contra-Crazy —Dear Leader Blog: http://dearleaderblog.blogspot.com/2009/04/contra-crazy.html

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