Bibliometro #72. Aprovechando el envión de Némirovsky que hemos tenido estos días. El caso Kurílov, luego Un niño prodigio, ahora Nieve en otoño, otro librito de apenas cien páginas que se lee en un suspiro y que nos pedimos porque esta escritora, trágicamente asesinada por los nazis en un campo de concentración, nos está gustando mucho. Su forma de escribir, las historias que cuenta, los personajes que le interesan. Vamos, únanse también.
Nuevamente estamos ante una historia modesta, sencilla, pero bastante honda en su construcción de personajes, certera y evocadora al momento de transmitir y expresar el zeitgeist de una época, de un lugar, y sumamente bien lograda en sus intenciones de hacernos transitar por un sendero trágico, marcado por las desgracias y las penurias, sin caer en lo que algunos llaman porno miseria.Némirovsky nos cuenta la historia de Tatiana, una anciana sirvienta que ha servido para la misma familia de alcurnia, en la misma casa (mansión, mejor dicho) ubicada en las afueras de un pueblo de campesinos, durante más de cincuenta años, prácticamente toda su vida. Ha visto generaciones y generaciones de esta familia gozar y sufrir, vivir y morir, los ha cuidado en su seno como si fueran fruto de su sangre y de su carne. La autora nos sumerge en su personalidad, sus sueños, sus recuerdos, sus pensamientos, en su psicología, sin dificultad alguna, erigiéndola como un personaje de carne y hueso, una entidad propia y coherente consigo misma, pero también paradójica en el sentido que la autora invita a reflexionar en torno a la vida de la protagonista: qué es suyo propio y qué no, qué tanto pertenece a esta familia de élite más allá que como abnegada servidora. Es una pregunta, una reflexión, que tiene tanto de existencial y emocional como de político, habida cuenta del contexto y de las desgracias que caen sobre esta familia: la Gran Guerra y luego la Revolución de 1918, que marcan el sino trágico de la familia: su separación, su desarraigo, su huida hacia destinos menos hostiles pero jamás hogareños. La historia personal de esta mujer es la historia de esta familia, que a su vez es parte de la historia de un país, de un continente, del mundo, de una época convulsa, de unos años marcados por los conflictos y una violencia latente. Lo íntimo entrelazado con lo general, lo multitudinario, lo bigger than life.Pero a lo que iba, lo esencial, la figura de la protagonista puede ser una alegoría que la autora utiliza para reflexionar, filosófica y políticamente, en torno a las ideas sobre el individuo, lo colectivo, las eternas e irrevocables (e irreconciliables) diferencias de clase y casta. Lo genial es que puede funcionar a ese nivel, claro, pero por sobre todo funciona la mar de bien a su nivel más visible y primario: la historia de una mujer que no tiene nada y que se ve arrastrada, mansamente, a las penurias de su familia empleadora sin que tenga mucho que objetar. La historia de una mujer que no tiene nada y que, arrancada súbitamente del lugar en donde ha vivido casi toda su vida, va perdiendo poco a poco su identidad y convirtiéndose en un espectro viviente. Arrastrada como un bulto por esta familia a lo largo de los años, por distintas ciudades y países, alojando en apartamentos cada vez más precarios, cada vez más lejanos de lo que alguna vez fue su hogar, sus costumbres, su cultura, va perdiendo inevitablemente su luz interior, acaso destino peor que la muerte.En fin he hablado mucho para ser una historia de menos de cien páginas. Lo cierto es que estamos ante otro gran ejemplo del talento literario de Némirovsky: prosa elegante, certera, ágil, tan poética como realista por así decirlo, esas atmósferas suyas tan vívidas (casi puedes respirar el aire, casi puedes palpar las texturas y relieves de las habitaciones y telas), destacan nuevamente su gran construcción de personajes y relaciones interpersonales, además de capturar y expresar el pulso de la época, y el de contar de manera transparente pero cautivante una historia honda y compleja en su aparente simplicidad. No miren a huevo a Némirovsky, sus libros tienen mucho más de lo que sugieren a simple vista. Compruébenlo ustedes mismos.
Bueno, no se aprecia en la foto porque solamente apunté al post-it con la única fecha estampada, pero en el resto de la hoja hay restos de cinta adhesiva y la inconfundible y pálida silueta de una hoja que estuvo mucho tiempo adherida y luego fue arrancada por alguna razón, señas de que, obviamente, este libro ha sido prestado más veces a lo largo de los años. Quién sabe, quizás tenga la misma antigüedad que Un niño prodigio, quizás haya sido leído más veces, pero la de Bibliometro quitó esas fichas y puso este post-it en su lugar. El pasado de este ejemplar de Nieve en otoño, entonces, permanecerá en las sombras.