Niñas que confían en el mundo

Publicado el 20 marzo 2015 por Sylvia
El domingo pasado vi a una niñita que había estado en el hospital. Ahora estábamos en una cafetería. Entre el montón de gente que hablaba, esperaba o comía, alguna le resultaría conocida, y otra, no tanto. Creo que se dio cuenta de que le poníamos atención, y dijo: "quiero hot cakes"; suave y natural, con voz bajita. Era imposible que fuera vista o escuchada del otro lado de la barra, donde servían, y por supuesto, no se dirigió a la caja, para pagar al ordenar. Fue a donde había alguien conocido, y funcionó: Fulano llamó a Perengana y se atendió a la niña. No preparan hot cakes en ese lugar, pero mientras me movía para no estorbar, oí cómo le ofrecían otra cosa. Me había dado mucho gusto verla, en brazos de su mamá, y caminando por ahí; pero oírla pedir lo que se le antojó, me dio mucho más gusto: supongo que me pareció que el apetito es señal de salud, y el deseo es señal de ánimo.
Tres semanas antes, me llamó la atención otra frase, de otra niñita; una más pequeña, de las que ya caminan bien y se entiende lo que hablan, pero que todavía tienen mucho de bebé. Se encontró en medio de unos cinco adultos, y sin levantar la cabeza ni dirigirse a alguien en particular, preguntó: "¿dónde está mi mamá?" El tono podría haber sido el de un médico que llega a hacer visita a un enfermo, y pregunta: "¿dónde está el suero que se indicó?" Nada dramático, pero dejando bien claro que es una pregunta con requerimiento de respuesta. La otra mujer que estaba cerca, le dijo: "vamos a ver si está arriba", y la llevó a buscar... No sé si los hombres sintieron la necesidad expresada en la pregunta; pero sé que la otra mujer y yo, sentimos la necesidad de responder a esa necesidad. El caso es que la niña soltó la pregunta sin buscar ningún rostro, sin tocar ninguna pierna; pero tampoco "al aire".
Ambas sabían que serían escuchadas. Incluso considerando la aprensión de la más pequeñita, creo que ambas podían confiar en el mundo. Es bueno verlo.
Silvia Parque