Le ofrecí un par de juguetes que no le interesaron. Ella quería estar en mi asunto. Así que le di un cuaderno y un color.
¡Eso sí! Abría y cerraba el cuaderno, exploraba el color e intentaba rayar. Rayar es complicado porque hay que sostener el color en una posición determinada mientras el brazo se mueve, y todo eso sobre una hoja que debe quedarse en donde está.
Su papá y yo nos propusimos no estimular especialmente su acercamiento a los libros, y eso incluye los cuadernos. Pero "niño ve, niño hace". Ofrecemos lo que somos. Damos lo que tenemos.
Silvia Parque