Amo las historias de vida que inspiran; las que me inspiran a mí, por supuesto. Me parece muy bien que existan las que inspiran a otros. Creo que me han "movilizado" más unas cuantas historias de personas, que muchos discursos.
Igual me choca el uso de ejemplos para aleccionar, cuando alguien pretende interpretar la realidad de Fulano como lección para aplicar en la realidad de Perengano. Es una falta de respeto a la singularidad de cada situación vital.
¿Que la que está frustrada por el sobrepeso debería agradecer que no le faltan piernas ni brazos?
Estaría bueno que lo hiciera, porque agradecer se siente retebien y genera disposición para lo bueno. Pero qué afán de menospreciar lo que alguien siente. Cada cual es protagonista de su vida y tiene que lidiar con su preocupación, su dolor, su ansiedad o angustia. Es posible tomar perspectiva cuando conocemos los problemas de otras personas, pero eso nace de la propia mirada; si nada más nos empezamos a sentir sin derecho a nuestra preocupación, dolor, ansiedad o angustia, lo que hacemos es reprimir algo que de todas formas está ahí, y probablemente generar culpa. Pero a lo que voy es:
¿Por qué alguien se otorga a sí mismo, autoridad para indicar cuándo o cuánto se vale que algo lastime, moleste o simplemente cause dificultad?
Me tocó atestiguar que se le dijera a una madre en duelo, que no debería seguir "mal" por la muerte de un hijo. ¡Tenía otros hijos vivos! ¡Malo-malo que se le hubiera muerto un hijo único! Habrá que ver dónde reparten las credenciales de auditores de proceso de duelo.
Y así: cómo vas a estar deprimida, si lo tienes todo; cómo vas a estar a disgusto con tu trabajo, con tantos buscando sin encontrar...
Otra igual de irrespetuosa, de un papá a una mamá: que cómo es que se le hacía tan difícil la crianza, si otras mujeres más jóvenes podían con más de un niño y ella solo tenía una.- Todas pueden, ¿por qué tú no? Si para terminar con el problema, nada como saber que no hay problema.
Es bien diferente compartir testimonios en un ánimo émpatico, no para querer "sacar" a la persona de donde está, sino ofreciéndole compañía y apoyo; no para compararla con otro, sino ofreciéndole alternativas estimulantes.
Silvia Parque