No confundir cistitis intersticial (CI) con ... ITU recurrente/endometriosis/vulvodinia/vejiga hiperactiva

Publicado el 20 noviembre 2012 por Cateterdoblejota @cateterdoblej


¿Cistitis intersticial o infección recurrente del tracto urinario? Las infecciones del tracto urinario (ITU) son muy comunes en las mujeres. Más de la mitad sufrirá una infección del tracto urinario a lo largo de su vida. Los síntomas característicos de ITU son el dolor suprapúbico, la polaquiuria, la urgencia urinaria y la disuria. La ITU recurrente puede definirse como el segundo episodio de ITU ocurrido dentro de los 6 meses del primero. El diagnóstico de ITU se confirma por la presencia de bacteriuria en una muestra de orina correspondiente a la mitad del chorro. En el pasado, se consideraba bacteriuria importante a la presencia de 105 unidades formadores de colonias (UFC) por mililitro. Sin embargo, una gran proporción de mujeres asintomáticas pueden tener una cistitis de bajo grado con “cultivo negativo” y UFC por debajo de este nivel. Las guías actuales recomiendan un umbral de 103 UFC/mL. En los pacientes que presentan síntomas urinarios en forma repetida ya se puede hacer el diagnóstico de ITU recurrente solamente sobre la base de los síntomas y ser tratados empíricamente con antibióticos. Algunos de esos pacientes pueden tener cultivos negativos y de todos modos presentar una ITU. Los síntomas de CI suelen ocurrir en episodios desencadenados por el coito semejando la presentación de una ITU. En un estudio de cohorte de 231 mujeres atendidas por médicos de familia con síntomas indicadores de ITU solo 123 (53,3%) tuvieron urocultivo positivo. Muchos pacientes con CI tienen antecedentes de ITU. En un estudio de 30 mujeres con diagnóstico de CI, casi el 60% había tenido un diagnóstico previo de ITU. Aunque muchos casos de ITU inicial habían sido documentados mediante el urocultivo positivo, a menudo los síntomas ocurrieron con urocultivos negativos repetidos. También hay evidencia de que en ciertos casos, al comienzo de la CI, está presente la ITU, indicando que una ITU puede ser el cuadro inicial causante de la CI mediante la alteración del proceso curativo y de la inflamación neurogénica. De las 314 mujeres con un comienzo reciente de CI/SVD, el 18-36% tenía evidencia de ITU basada en el urocultivo positivo o el análisis de orina. El cultivo de orina y la piuria en el análisis de orina pueden ayudar a diferenciar la CI de la ITU. La disuria no las diferencia. Un urocultivo positivo no necesariamente descarta la CI dado que ambas afecciones pueden coexistir. Cualquier paciente con síntomas persistentes o recurrentes de dolor pélvico o urgencia/frecuencia de la micción debe ser estudiado para descartar otros diagnósticos, incluyendo la CI/SVD.
¿Cistitis intersticial o endometriosis? La endometriosis, es decir, la presencia de glándulas o estroma endometriales fuera del útero, es una afección ginecológica común que ocurre en más del 50% de las mujeres premenopáusicas y en el 71-87% de las mujeres con DPC. La etiología se desconoce, pero hay varias teorías como la menstruación retrógrada, el transporte linfático o vascular o, la transformación del epitelio celómico en tejido símil endometrio. Independientemente del origen del tejido, los defectos inmunológicos pueden favorecer la continuidad y crecimiento del tejido endometrial. Las pacientes con endometriosis pueden presentar DPC además de los síntomas urinarios (polaquiuria, disuria y hematuria), en particular si está comprometida la pared de la vejiga. La dispareunia es otro síntoma común. El dolor de la endometriosis se caracteriza por ser cíclico, coincidiendo con el comienzo de la menstruación. Dada la similitud de los síntomas de la CI y la endometriosis, cuando la paciente se presenta con síntomas de DPC es importante sospechar la CI y diferenciarla de la endometriosis. El diagnóstico de endometriosis se basa en los antecedentes, el examen físico y laparoscópico y la confirmación histológica. El tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica, la supresión hormonal y el manejo del dolor. Una proporción importante de pacientes continúa con los síntomas lo que indica que la CI y la endometriosis suelen coexistir. ¿Cistitis intersticial o dolor pélvico crónico? El DPC se define como: • Dolor localizado en la pelvis anatómica, la pared abdominal anterior o zona infraumbilical, la zona lumbosacra o las nalgas.
• Dolor de suficiente intensidad como para requerir atención médica o provocar alteración funcional
• Permanece durante 6 meses o más.
No hay datos epidemiológicos claros sobre el DPC pero se calcula que lo sufren el 15-20% de las mujeres de 18-50 años. El diagnóstico etiológico de esta afección es complejo y difícil, ya que son muchas las causas que en la actualidad lo motivan.   Condiciones ginecológicas o urológicas que pueden causar o exacerbar dolor pélvico crónico:   Ginecológicas Leiomiomatosis
Adenomiosis
Endometriosis
Enfermedad pélvica inflamatoria
Adherencias
Endometritis crónica
Quistes anexial
Dolor ovulatorio
Dismenorrea atípica o dolor ovulatorio
Estenosis cervical
Relajación pélvica sintomática (prolapso genital)
Tumores malignos ginecológicos
Dispositivo anticonceptivo intrauterino
Embarazo ectópico crónico
Pólipos de endometrio o del cuello uterino
Endosalpingiosis
Ovario residual accesorio
Síndrome de retención ovárica
Restos de ovario
Congestión pélvica
Salpingitis tuberculosa
Mesotelioma quístico benigno
Quiste peritoneal postoperatorio
  Urológicas
Neoplasia de vejiga
Cistitis intersticial
Cistitis por radiación
Síndrome uretral
Disinergia del detrusor
Divertículo uretral
Infección crónica del tracto urinario
Cistitis aguda recurrente
Uretritis aguda recurrente
Urolitiasis
Carúncula uretral
  En el cuadro de DPC la vejiga es un foco frecuente de dolor. Se debe sospechar CI en cualquier mujer que presente DPC. La guía del American College of Obstetricians and Gynecologists informa que el 38-85% de las mujeres con DPC pueden tener CI. La CI no diagnosticada puede dar lugar a cirugías diagnósticas o terapéuticas innecesarias y sin resultados al ser confundida con un cuadro de DPC. En un estudio de control de casos se hicieron más histerectomías y laparoscopias en mujeres con CI comparado con otras cirugías pélvicas. La mayoría de las histerectomías (79%) se hicieron antes o en el mismo año del diagnóstico de CI y solo el 21% fueron hechas después de haber diagnosticado la CI, lo que indica que las histerectomías pueden haber sido realizadas por dolor relacionado con una CI no diagnosticada, como también lo demuestran otros estudios.   ¿Cistitis intersticial o vulvodinia? La vulvodinia se define como la sensación crónica de quemazón, punzadas o dolor vulvar en ausencia de una patología clara. Los datos epidemiológicos existentes indican una prevalencia de 10 al 28% durante toda la vida de la mujer. Las pacientes con CI o vulvodinia pueden presentar síntomas de DPC, dolor vulvar y/o dispareunia. Varios estudios de casos describieron pacientes que sufrían ambas condiciones en forma concomitante. Puede haber etiologías comunes a ambas enfermedades. Tanto la vulva como la vejiga derivan del seno urogenital embrionario y comparten la inervación del nervio sacro. Las afecciones que afectan a la vejiga también pueden provocar síntomas en la vulva y viceversa. La inflamación neurogénica puede representar un papel en el dolor referido de una zona hacia la otra. En todas las pacientes con vulvodinia debe sospecharse la CI.

¿Cistitis intersticial o vejiga hiperactiva?
La vejiga hiperactiva se caracteriza por urgencia urinaria con o sin incontinencia de orina de urgencia y comúnmente se acompaña de polaquiuria y nocturia, en ausencia de patología evidente. Como en la CI, la fisiopatología de la vejiga hiperactiva no está claramente establecida pero también puede haber un compromiso de la actividad nerviosa, incluyendo patrones anormales de inervación en la pared vesical o hipersensibilidad de las vías de excitación secundarias.
En un estudio se comprobó la prevalencia elevada de CI en mujeres con síntomas de hiperactividad vesical refractarias al tratamiento anticolinérgico. Mediante la urodinamia y otros criterios se hizo el diagnóstico de hiperactividad idiopática del detrusor de la vejiga. La hiperactividad vesical refractaria fue definida como menos del 50% de mejoría de los síntomas urinarios con el tratamiento anticolinérgico. Las personas sometidas al test de sensibilidad al potasio, el cual mide la sensibilidad anormal al potasio instilado en la vejiga. De 25 mujeres con diagnóstico de actividad del detrusor sin respuesta satisfactoria a los anticolinérgicos, 24 (96%) tenían el test de sensibilidad al potasio positivo. Estos resultados indican que la CI y la hiperactividad vesical deben ser diagnósticos presuntivos en pacientes con síntomas de urgencia/frecuencia. Ambas afecciones pueden diferenciarse por la presencia de dolor en la CI, aunque no todos los pacientes con CI relatan dolor, especialmente al comienzo. Un test de sensibilidad al potasio puede desencadenar los síntomas de dolor y urgencia en pacientes con CI en respuesta a la instilación de solución de potasio versus agua o solución salina normal. Los pacientes con hiperactividad vesical relatan con más frecuencia urgencia verdadera, definida como el deseo súbito e irrefrenable de orinar que no puede postergarse fácilmente y que hace que el paciente orine voluntariamente por temor a la incontinencia. En la CI, la urgencia suele asociarse con dolor y los pacientes orinan para aliviarlo. Los estudios hemodinámicos pueden ser útiles para establecer la presencia de hiperactividad del detrusor en los pacientes con hiperactividad vesical. Un registro de las micciones puede poner en evidencia síntomas como la polaquiuria o el dolor con la vejiga llena, lo cual permite diferenciar la CI de otras afecciones.
Información obtenida de Intramed