Revista Literatura
No dejes rastro, no dejes esa
pelusa enmarañada de tus huellas ni
las uñas ni saliva
no dejes el rastro, no dejes ese
arañazo sangrante en el sofá
ni el tenedor a medio consumir,
la estufa rota guardada ya en el armario
de las cosas de invierno
el calcetín nuevo que ya no funciona
para andar en primavera, arena en
las cáscaras de nueces
que no se quedan, acumulando,
un rastro tras otro no,
no lo dejes
no dejes rastro.