No era de mi talla.
Este gordo ocupaba mucho lugar. Yo no sabía de la existencia de tallas tan descomunales hasta que lo acompañé a comprar. Mi buen gusto me ayudaba a escoger una selección de pantalones y camisetas 6XL para él, y algún que otro vestidito de la 36 para mi. “Qué mona vas”, me decía. “Qué…inteligente eres”, le respondía. Me miraba con, diría deseo, y a mi me gustaba, y también que me espiara en ropa interior, por eso me tomaba mi tiempo en el probador, con la cortina entreabierta. “Solamente amigos”, le decía a menudo. Hoy lo vi, paseaban de la mano. Y no me miró.
Torcuato González Toval.