Anomalocaris fue uno de los depredadores más grandes del Cámbrico. Su cuerpo, de entre 60 centímetros y dos metros de largo, era propulsado por el batir de pares de aletas dorsales, en un movimiento parecido al de las mantas actuales.
En la cabeza tenía un par de ojos situados sobre unos pedúnculos y un par de apéndices prensores espinosos que le permitían llevar el alimento hacia una boca circular capaz de dilatarse y contraerse hacia su centro, abierto y con dientes en los bordes, para sostener y triturar la comida.
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