Revista Talentos

No estamos solas.

Publicado el 07 febrero 2020 por Alba Garzon @AlbaGarzonR
Me lo dedico a mí misma y a todas las mujeres, porque la rabia me recorre por dentro y un papel en blanco es el mejor calmante para el alma. Cada vez que veo lo que sucede en el mundo me quedo más sorprendida, en concreto, con el acoso que sentimos cuando no estamos acompañadas. ¿Por qué? ¿Por qué en pleno siglo XXI retrocedemos a la Era de los primates? Miles de situaciones ocurren y no nos enteramos y, de las que ya sabemos, han acabado en fatalidad. Es una pena ser juzgada por la ropa que llevas, por beber o no una copa de más, por caminar sola a cualquier hora del día o por razones que no justifican que alguien te persiga por la calle, te hable como si fueses un animal o te toque sin permiso. Da miedo pensar que, si no encuentras a alguien que te pueda salvar en esos momentos, puedas dejar de existir en este mundo tras un grito, mientras que tus familiares creen que volverás en un par de horas, como tú les dijiste, o la otra realidad es seguir muerta en vida al sobrevivir a un trauma así. Me pongo en la piel de las que lo han vivido y se me saltan las lágrimas de la impotencia. Muchos hombres hacen este tipo de cosas para entretenerse, para sentirse superiores, invencibles, por reírse de alguien que está llorando de miedo o por un rato de placer. Es indignante. ¿Qué clase de animal eres? Me gustaría pensar que la justicia sirve para algo pero, en ocasiones, me da vergüenza: Órdenes de alejamiento a las que no se les hace caso y acaban en golpes más fuertes que los anteriores o, la mayoría de veces, en terribles muertes. También hay condenas de prisión que duran un pequeño periodo de tiempo en las que, al salir, vuelven a cometer la misma traición. ¿Por qué tenemos que vivir con miedo? ¿Por qué la calle se convierte en una selva sin salida cuando menos te lo esperas?
Deberíamos estar tranquilas cada vez que salgamos y estos individuos, por llamarlos de alguna manera, deberían ser más humanos y menos primates. RESPETO es lo que pido, no intimidar a nadie para pasar un rato divertido, ¿tan difícil es?
Y, aunque esta situación seguramente no tenga fin, quiero acabar esta carta con algo que deseo cada noche antes de dormir: Ojalá diésemos las gracias a Dios por encontrar un trabajo, por tener una persona más en la familia, por una enfermedad que se ha curado o por miles de cosas buenas de este mundo. Sin embargo damos gracias a Dios por llegar vivas, un día más, a casa. Qué triste, ¿no?
Si alguna vez sentís miedo, agarraos a cualquier persona como si fuera conocida porque esto quizás haga que, quien te perseguía desde hace más tiempo del deseado, decida abandonar lo que pensaba haceros. Si la justicia no nos ayuda lo haremos entre nosotras. ¿Por qué? Porque no estamos solas.
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