No existe un alma dormida
que no disfrute del sueño,
de un suspiro de la luna
y el encanto de los cielos.
Porque las almas benditas
son el cáliz de los ciegos,
las fontanas de los labios
y los pechos tan sedientos.
En la noche, las cigarras,
canturrean con denuedo,
las extrañas partituras
con que rompen el silencio.
Al final otro suspiro
se desprende de unos versos,
un poema inacabado,
que yo escribo y que te ofrezco.
No existe un alma dormida
en el pecho del despierto,
ya que busca, en las estrellas,
algo más que sus recuerdos.
Porque las almas sencillas
quieren paz y ese sosiego,
que rezuman las resacas,
por la playa en su jadeo.
En la noche las sirenas
hacen guardia a los luceros,
y les cantan las canciones,
donde dejan sus deseos.
Al final, el que te busca,
(el que clama en el desierto),
es el niño enamorado
de unos ojos soñolientos.
"...No existe amor sin batalla,
ni cariño sin esfuerzo,
porque si busco tus labios
quiero robarte sus besos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/08/15