No hay otra meta
He detenido el tiempopara poder contemplarte sin prisa
escuchado el silbido
de todos los vientos
que sonaban siempre a tu nombre.
No es mi memoria quizás
lo mejor que tengo,
aún así,
eres de lo que más me acuerdo.
Ya no basta poder rozar tus labios,
te necesito en la ternura que declamas.
Corremos sobre líneas asimétricas
pero tropezamos y caemos juntos
en la misma meta.
Tú
materia dulcísima,
suma de amor.
No dejaré que caigas.
Carlos Gargallo (c)