No importa si el vaso está medio lleno o medio vacío, sino si se está llenando - Jennifer Delgado

Publicado el 29 septiembre 2016 por Carmen Calabuig López @revoltosa1952

Durante décadas hemos usado el ejemplo del vaso lleno hasta la mitad para distinguir a las personas optimismas de las pesimistas. Si ves el vaso medio vacío, es porque tiendes a fijarte en las cosas negativas de la vida, porque usas un prisma gris para ver el mundo. Si ves el vaso medio lleno prefieres enfocarte en los aspectos positivos y si eres de los pocos que afirman que el vaso está por la mitad, entonces eres una persona que prioriza la objetividad, que puede ver las dos caras de la moneda.
Sin embargo, lo cierto es que esta percepción del vaso es típica de la mentalidad occidental. Nos encanta constatar los hechos, romper las cosas para ver cómo están hechas y seccionar la realidad para llegar a conclusiones “científicas”. No es nuestra culpa, nos han enseñado a ver lo que ocurre a nuestro alrededor como si fuera una serie de fotografías congeladas en el tiempo. 
Obviamente, la realidad no es así, la realidad cambia continuamente, todo lo que nos rodea está en transformación y movimiento. De hecho, el apego a nuestra visión estática de las cosas es una de las principales causas de nuestros miedos, preocupaciones y desequilibrios emocionales. No ser capaces de aceptar el cambio y la incertidumbre nos genera una enorme dosis de inseguridad y ansiedad, con la cual no somos capaces de lidiar.

El experimento que puso al descubierto nuestro pensamiento categorial


Un experimento muy interesante realizado por psicólogos de la Universidad de Michigan y la Universidad de Hokkaido reveló que tenemos la tendencia a agrupar los objetos formando "categorías", mientras que las personas de cultura oriental suelen agrupar los objetos en términos de "relaciones".
En el estudio participaron estudiantes universitarios asiáticos y estadounidenses. A todos les dieron una serie de fotografías en las que debían elegir qué objetos podrían corresponder entre sí, como en este ejemplo que aparece a continuación.
¿Qué figura combina mejor con el toro? Tómate un minuto para responder.

La mayoría de los estadounidenses eligieron el "pollo" porque incluyeron a ambos en la categoría: "animales", al igual que haríamos la mayoría de nosotros. Sin embargo, la mayoría de los asiáticos escogieron la "hierba" porque se centraron en la relación entre ambos: "el toro come hierba".
Este experimento, que forma parte de una serie de estudios muy interesante, demuestra cómo la cultura afecta nuestro pensamiento, nos desvela que tenemos la tendencia a centrarnos en los objetos, sus propiedades y categorías, como si fueran cosas inmutables. Al contrario, la cultura oriental prioriza las relaciones, el contexto y el medio.

Abrazar el movimiento nos ayudará a tomar mejores decisiones


Por supuesto, tanto el pensamiento categorial como el relacional son importantes, no se puede afirmar que uno sea mejor que el otro. No obstante, fijarse simplemente en que el vaso está medio lleno o medio vacío significa limitarse a constatar un hecho. Nada más. Esto nos permite tomar una instantánea de la situación actual, pero no nos ayuda a saber cómo proyectarnos al futuro.
En nuestro día a día, sin darnos cuenta, nos comportamos de esa manera. Nos limitamos a constatar los hechos, sin percatarnos del movimiento. Por tanto, solo vemos una parte de la realidad y, lo que es aún peor, pasamos por alto precisamente la parte que nos permitiría tomar buenas decisiones de cara al futuro.
¿Cuándo aplicamos el pensamiento categorial?
- Cada vez que llegamos a conclusiones inamovibles sobre las personas o las situaciones que vivimos. 
- Cada vez que nos limitamos a constatar un hecho, sin intentar buscar sus causas y sin vislumbrar qué podría pasar luego.
- Cada vez que somos víctimas de los estereotipos, que colocamos etiquetas y nos comportamos como si fueran la verdad absoluta.
- Cada vez que criticamos y juzgamos, sin brindar una solución o una posible salida.
- Cada vez que pensamos que un problema tiene una sola causa y una sola solución.
Para mejorar realmente nuestra vida deberíamos ir un paso más allá. No deberíamos limitarnos a constatar si el vaso está medio lleno o medio vacío, sino que deberíamos preguntarnos si, tal y como están las cosas, hay más probabilidades de que se llene o de que se termine de vaciar. Solo así podremos apreciar un cuadro más completo.
En la vida cotidiana, solemos dejar que las cosas que han pasado, que el pensamiento categorial, determine nuestras decisiones. Dejamos que un error del pasado determine toda nuestra vida. No obstante, lo que realmente deberíamos hacer es centrarnos en el futuro e intentar vislumbrar cómo será y qué podemos hacer para mejorarlo. Al mirar solo al pasado y constatar un hecho aislado, limitamos nuestra visión, es como si nos pasáramos toda la vida mirando una foto. Cuando miramos al futuro y somos capaces de ver las cosas en su conjunto y movimiento, las posibilidades que se abren ante nosotros son infinitas.