La contracultura, la sublevación, la discordia y el renacimiento de los valores en contra del gigante corporativo.
No Logo es un bestseller que vende su significado en el mercado al que execra, critica, censura y condena, partiendo de esta inferencia todo lo que relata la obra pierde valor ético, por lo que esta reseña no puede realizarse desde la filosofía que defiende la autora.
Bien, una vez desglosado el mensaje intrínseco que reúne el ejemplar os diré porque es recomendable para cualquier profesional de comunicación.
- Cualquier profesional o ciudadano debe conocer la cara y la cruz de cualquier industria, institución o corporación, en comunicación se venden tantas ideas que si queremos mantener una opinión imparcial debemos conocer todos los ensayos, investigaciones y estudios coherentes que defiendan y difundan severas afirmaciones.
Naomi Klein ha reunido en un libro un conjunto de lecciones morales en el que las marcas son el nuevo poder contemporáneo (Nike, Shell, IBM, Coca-Cola), el libro relata el factor comercial invadiendo el lado cultural del imaginario público que creíamos tener controlado en esencia el ser humano. De hecho, la sociedad ha evolucionado en el patrocinio a un ritmo incontrolado, me gustaría que vuestra mente tratara de localizar un área exenta de cualquier rama comercial o marca, por lo que las empresas han tomado las riendas al caballo de nuestras carreras individuales y colectivas
El principal problema que resume esta investigación es lo que ya relaté en otras reseñas de esta página, las marcas y el poder empresarial ha seguido creciendo para concienciar a la población de su supremacía, incluso por encima de algunos gobiernos, pero han sabido adaptar las leyes del libre comercio para beneficiar sus propósitos de manera implícita, controlando y aumentando el terreno del marketing y la publicidad.
La inversión en branding, marketing, publicidad y comunicación ha logrado que la conciencia colectiva se coloque una venda en sus pensamientos, mientras decenas de empresas venden ideas y códigos de conducta de marca impolutos e intachables mediante relaciones públicas que sirven un acervo emocional constante y considerable, las empresas reducen la financiación del producto que venden y los derechos fiscales y humanos de sus trabajadores que ya no importan demasiado siempre que la marca se encuentre en la cúspide de la sociedad.
El discurso de las empresas se dispersa en forma de hipérbaton, si, esa alteración en el orden de sus valores y sus contratos, nos inundan día tras día con un modelo de empresa perfecto y estable en el que sus trabajadores sueñan con no despedirse de la compañía, en cambio, para algunos que estudiamos la psicología de la comunicación solo vemos una diatriba, una sátira bien documentada y legislada en la que el gran público, el gran objetivo de las marcas, naufraga impasible ignorando que el faro que ilumina el mensaje tan solo es el “Big Brother” de la generación actual.
Las empresas se han apropiado de personajes culturales e históricos para difundir un mensaje que no les pertenece y no les representa, y ante un escenario de leyes que si les representa, los derechos humanos caen mientras los derechos de marca crecen.
A nadie le importa que el libre comercio sirva para que las empresas amparen sus fábricas contratando milicias militares que mantengan su producción rentable amenazando y maltratando a sus trabajadores en otros países apenas industrializados. ¿Para qué? Si tú te levantas con el mensaje “Just Do It” o “Think Different” y ya eres capaz de sentirte iluminado bajo los focos de un mensaje contaminado, tanto como los espacios naturales que hieren las empresas y las historias de poblaciones que no sustentan ni su propia existencia.
Aún con todo, no sirve de nada luchar contra el sistema, la prueba la demuestra “No Logo”, como tantas obras de protesta, cuya única forma de criticar el mercado es introduciéndose en él, perdiendo así tanto su lógica como su ética, por ello os dejo la reflexión del difunto etnólogo Michel de Certeau que quizás sea la única forma de mantenerse vivo imparcial y moralmente en esta sociedad patrocinada.
“Preferimos dedicar nuestra atención al uso independiente de los productos culturales masivos, un empleo que, como el camuflaje que utilizan los peces y los insectos, puede que no “destruya el sistema”, pero nos mantiene intactos y autónomos dentro de el, que quizá sea lo máximo que podemos esperar. Ir a Disney y arrojar ácido contra Mickey no es revolucionario; ir a Disney sabiendo perfectamente lo ridículo y nocivo que es y aun así divertirse con inocencia, es una manera inconsciente y hasta psicótica, es algo completamente distinto. Esto es lo que se califica ‘El arte de la vía media’ y es la única hacia la verdadera libertad en la cultura actual”
Es cierto, no existe manera de escapar del mercado, pero si la manera de controlar tu vida en relación al mundo de las marcas no cayendo en el glamour de su ética de masas.
F.A. Pérez Ureña