No pienso jugar. No me da la gana. Me niego a entrar en su juego. Quisiera irme lejos, a Nunca Jamás o tres islas desiertas más para allá, donde no lleguen los sonidos de toda esta mierda, donde los colores y olores no me remitan a la putrefacción con la que quieren que juguemos.
No me da la gana. No pienso insultar a Piqué, ni a Serrat, ni al otro, ni al de la moto. No voy a aplaudir a policías con porras, ni a manifestantes con banderas. No voy a compartir memes, chistes, frases grandilocuentes y noticias manipuladas. No voy a colgar de mi balcón ninguna bandera y voy a apagar la tele cada vez que asome la nariz alguien invitándome a hacerlo. No comprendo este juego ni cómo hemos podido llegar hasta aquí. No entiendo por qué intentan manipularme, por qué están todo el rato intentando meternos un palo por el culo para instalarnos en el futbolín que ellos manejan con descaro.
No entiendo nada... ni quiero.
Veo adoradores de dictadores hablando de actitudes fascistoides de otros, a fanáticos criticando las posiciones extremas de su oponente —tan fanático y extremista como él—.
Siempre ha habido tesis defendidas por cuatro tontos descerebrados, fanáticos que la sociedad a aguantado en virtud de la libertad de pensamiento que un país libre y tolerante está obligado a soportar. Algo está fallando. Las tesis más disparatadas se generalizan, se propagan como un cabrón y mortífero virus. Las autoridades, además, parecen los más afectados, los más enfermos. Las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales actúan como el torrente sanguíneo que propaga la infección hasta el último rincón del país. Y la fiebre no deja pensar con claridad a nadie.
Los cuatro tontos descerebrados de siempre están disfrutando como enanos. El resto, con el palo del futbolín en el culo, gira y gira intentado patear un balón inexistente, odiando al de enfrente que, con un palo de otro color, manejado por enfermos de odio como los nuestros, en su delirium tremens gira y se deja girar.
No me da la gana. El hartazgo me satura las meninges. Todo se complica y los inútiles impresentables e irresponsables que nos gobiernan a unos y otros están echando todo a perder. Ya no se conforman con echarlo todo a perder poco a poco, como venían haciendo, con no saber como meterle mano al país para mejorarlo, ahora se han empeñado en romper la baraja y joderlo de golpe.
No me da la gana. Por mi pueden quedarse la pelota y el futbolín entero, conmigo que no cuenten.