Revista Diario

No me gusta hablar por teléfono

Publicado el 24 mayo 2011 por Negrevernis

En el post-it anaranjado pone, en letras grandes, que debía llamar para pedir información. Marco con calma, realmente con pocas ganas -no quiero hacer ese curso de Inglés, no quiero que me digan lo que tengo que hacer. Espero, cuento -como siempre- los tonos.
Uno. Driiiiin, driiiin. Noto cómo mi teléfono marca el número de forma tímida: lo propio en estos casos; no nos conocemos ni ella -la voz que debería contestarme- ni yo. Tal vez estás al otro lado, hablando con tu compañero de trabajo, apuntando con bolígrafo gastado la última anotación sobre alguien que llamó antes que yo. Coge el teléfono, seré amable.
Dos. Driiiin, driiiin. El sonido de mi teléfono se abre paso por las puertas entreabiertas de los despachos, seguro; una oficina, tal vez, de esas de paredes falsas sin techo, gris clásico y moderado. Una papelera cilíndrica y aséptica corta el rebote de un entretono. Te espero un poco más, comprendo que hay gente a la que tienes que atender.
Tres. Driiiin, driiiin. Veo las mesas sin papeles, una silla de ordenador que alguien no encajó bien en su hueco antes de irse, dos post-it amarillos junto a la pared falsa y grisácea, las cortinillas de oficina echadas para evitar el resol de la primavera. No te encuentro; el microondas está bien cerrado, blanco de abandono apresurado.
Cuatro. Driiiin, driiiiin. Mi teléfono se hace notar como onda expansiva, toma la curva cerrada que conduce, seguro, a algún baño -siempre hay algún baño a la vuelta de la esquina. Contengo apenas la respiración: no sé si quiero que me contesten, no sé si quiero que respondan, no sé si quiero, en fin, siquiera hablar contigo.
Cinco. Driiiin, driiiiin. Suena el móvil de forma acerada, tan gris como las paredes de la oficina, tan oscuro como un burócrata cansado. Se para en seco: no hay un baño al otro lado de la esquina, no hay más que polvo en suspensión brillando en entreluz, polvo de hadas brillantes, diría Niña Pequeña. No estás. No quieres contestar. No quieres cogerme.
Cuelgo. Cinco está bien. Te ha dado tiempo a estar y darte cuenta de que te llamaba. No quiero la información. No quiero hacer el curso. Lo he intentado.
No me gusta hablar por teléfono.


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