No me robes la esperanza
de escucharte con el viento,
ni tampoco la utopía
de dormirme con tus sueños.
Poca cosa es la que pido
y lo hago en el silencio,
con mi voz que está callada
y palpita en estos versos.
Una ola embravecida
rompe el mar con gran estruendo,
y se eleva con su espuma
enseñando sus lamentos.
Yo la miro y la remiro
y en la espera la contemplo,
cómo lanza los suspiros
cuál susurros y jadeos.
Sin querer, allí, la asocio,
la comparo con tu cuerpo,
y la veo tan distante,
temblorosa en su paseo.
Ella avanza como tú
y se crece en el esfuerzo,
y así llega hasta la costa
donde estalla su tormento.
Es el fruto de su entraña
el salitre que venero,
es la seda tan sublime
que ya rozo con mis dedos.
Y transformo las mareas
y las olas, sin saberlo,
y las trueco en tu figura,
y en la cima de tus senos.
"...No me robes la esperanza
y te guardes los recuerdos,
de las olas que llegaron
a mis labios con tus besos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
27/01/14