Revista Diario
No podemos estar siempre con la cabeza agachada
Publicado el 24 junio 2011 por Antonvs
Todos los veranos, siempre escucho que en el mes de Julio o de Agosto, aparecerán en casa de unos parientes alguien de Madrid, o de cualquier otra ciudad de España, por ejemplo. Aparecerán en casa de su tía abuela o de su prima, que vive sola, que la pensión no le llega y que para pasar unas vacaciones como Dios manda tendría que estar sin comer todo el invierno. Estos familiares aparecerán un día a principios de mes, en sus flamantes cuatro por cuatro, cargados de niños como si de una feria se tratara. La pobre señora con una sonrisa de resignación los recibirá. Estos "jetas" se apropian de la casa durante todo el puto verano, levantándose a las doce, con el desayuno preparado y después para la playa mientras la pobre anciana se queda en casa preparándoles la comida. Una vez que comen, los padres echarán una siesta reglamentaria, los niños ya preadolescentes, conectarán las consolas al televisor y dejarán a su anciana prima o tía sin ver lo que le gusta de la programación, en este caso la telenovela. Una vez que los padres se levantan, ojearán el periódico con su café y buscarán por nuestra geografía ferrolana, por dónde hay de comer gratis, ya fea la fiesta del pimiento, el chorizo criollo, la sardina, etc. Y así día tras otro. Llega el día de marchar y se quejarán de lo malo que está el tráfico, del dinero que se van a gastar en el viaje de vuelta, como está de cara la gasolina o que nunca llegarán a tiempo con tanto ir a ciento diez. A la pobre mujer, le han vaciado la despensa y el bolsillo aparte del trabajo extra que sin comerlo ni beberlo ha tenido que hacer para todos estos gandules. Se despiden para el próximo verano y la mujer lo único que desea es que no vuelvan más, que la dejen tranquila, que la visiten, eso sí, una vez al año, un día de verano, nada más. Si embargo, estos "pajaros" comentarán en sus trabajos de la capital, lo buen verano que han pasado, que bien les tratan en Galicia y que barato.