No se gana por goles, se gana por chulería.

Publicado el 27 noviembre 2010 por Ester__3118
El fútbol, ese deporte que desespera, anima, emociona y une. Ese deporte que consigue enfrentar a entrenadores, jugadores, árbitros y padres.
¿Por qué son tan chulos? Que si patadas premeditadas, que si empujones. Ahora tú hijo ha puesto la zancadilla al mio. El árbitro no pita, el entrenador no lo hace bien. Los padres son los que más saben. Ese niño no sirve para esto. Chillidos, silbidos, comentarios. ¿Qué deporte es este? Cuando son pequeños, son los padres los que  se envalentonan. Cuando los hijos ocupan más que ellos, son los jugadores los que se ponen chulitos. "Tú, imbecil, ¿me has dicho algo?" Y ya se ha liado. Se forma un círculo: al centro los machos cabríos, más enfadados que si se pelearan por una chica, pero hay que entenderlos, su orgullo como futboleros es importante; alrededor de ellos, los compañeros intentando tranquilizar; los padres se acercan para ven lo que pasa; los entrenadores son los jefes de la manada y la lían aún más. Fuera del círculo estamos las personas que, como yo, criticamos a todos los que están ahí metidos.¿No será más fácil darse la vuelta, jugar, saludar, ducharse, irse y dar puñetazos al colchón hasta que se les pase la rabieta? Todos sabemos que es para divertirse, para pasar el rato y sí, luego vienen los arrepentimientos, los golpecitos en la nuca y movimientos de cabeza. Pero el espectáculo ya ha sido visto por los allí presentes y el que ha ganado el partido pierde más importancia que el que más chulo ha sido. Por suerte, no todos son así.