Es más, a veces siente uno el aliento en la nuca, la mirada del rencor, el resquemor ajeno sin venir a cuento, y sale a relucir el provocador y la hemos liado, y crecen los malentendidos, y le dan por saco al qué dirán, qué pensarán, qué preparará en esta ocasión el puto destino. Nada. Un simple juego. Luego, risas al por mayor y un falserío atroz, conjuguemos verbos traviesos en la pretemporada de lluvias insospechadas, el tiempo es el único que no regresa al lugar del crimen, escena final, un tío con cara de avión murmura frases de primera clase, hoy almorzamos patatas absurdas. Lo dicho, no se puede caer bien a tol mundo.