Sí sé de dónde vengo, pero no sé a dónde voy
Este sábado mi madre ha ido de boda. Un primo mío que se casaba. Uno al que no conozco; ni siquiera sé cómo se llama. Tengo muchísimos primos de ésos, a los que no conozco. Y a veces me siento un poco bicho raro por ello. Es una de las peculiaridades de mi familia.
Mi madre tenía 8 hermanos; de los cuales (creo) quedan vivos 3; pero ya te digo, no lo sé con certeza. De los tres que quedan vivos, conozco a dos. Del resto, casi que ni de oídas. Por eso digo que no sé quién soy. Porque soy incapaz de saber cuántos familiares tengo. Sé que eso no define mi personalidad en sí, pero tampoco me permite tener una visión completa de lo que es mi familia.
La infancia de mi madre en Guinea Ecuatorial no fue precisamente fácil. Ni feliz. Supongo que por eso no habla de ello. Así que me es realmente difícil saber cuánta familia tengo, aparte de los que conozco, que no son muchos (ni todos, evidentemente). Sé que en Guinea Ecuatorial tengo mucha familia (y aún no he ido; no me avergüenzo, y tampoco voy a explicar aquí -por lo menos ahora- por qué no he ido), pero no sabía que también me quedaban por conocer primos en España.
Eso es por parte de madre. Pero es que por parte de padre la cosa todavía es peor. No sé ni cuántos hermanos tiene mi padre. Me consta que tiene una hermana que vive en Toledo; pero no sé si hay más hermanos (que es muy posible). Es lo que tiene ser hija de padres no-casados: al haberme criado con mi madre, no conozco la parte de la historia de mi padre.
Hasta ahora me había dado bastante igual el tema de no conocer a toda mi familia en toda su extensión. Sin embargo, ahora es diferente. No sé si tiene algo que ver con mi maternidad, con el hecho de que me apetezca que mis hijas sepan la historia de su familia o qué -que digo yo que sí-, pero el caso es que ahora me pasa como a Mercedes Milà: Queremos saber.
Así que creo que lo que procede es que me ponga en mode Jessie Fletcher On y me curre una investigación que ni el mismísimo Inspector Gadget, para descubrir los entresijos de mi árbol genealógico.
Creo que puede ser un ejercicio interesante para hacer con mis padres (por separado, obviouslymente); seguro que, además de poner en orden el parentesco que me une con mucha gente a la que no conozco, será una ocasión inmejorable para compartir con mis padres, rememorar desde el cariño y, quizás así -por lo menos a mi madre-, no duela tanto.
Te contaré mis pesquisas. Seguro.