No sé si fue para tan poco.

Publicado el 06 agosto 2018 por El Perro Patricia Lohin @elperro1970

No sé si fue para tanto.

Me paré de la silla y fui directo a besarte.

Odio esos preámbulos que se hacen eternamente prolongados, tanto que son dignos de cualquier saga de película taquillera.

Es el momento en que la mirada implora para que el gol sea de media cancha, o para no ser rechazados, o alguna de esas verduras en donde parece que uno gana y el otro pierde. Sea como fuere, el fardo me quedó a mí que resolví la cuestión por muerte súbita.

Tampoco sé si fue para tan poco.

Es decir: el beso estuvo lindo, fue uno de esos sucesos que te shockean, donde lo primero que pensás es en que podrías dedicarte a eso por siempre:  “quiero besarte siempre, always, forever”, casi como el slogan de una publicidad de manteca de cacao. Una pelotudez ambiental que se cruza por la mente como si fuera un mosquito que transmite dengue.

Veamos:

¿Cuánto dura un primer beso promedio? ¿Un minuto? ¿Dos? ¿Veinte segundos?

En tal caso ese tiempo es suficiente para redactar cualquier guión de película. Y película posta: una que tenga misterio, suspenso, romance, pasión, drama, comedia. Los otros rubros dejémoslo de lado, que nadie quiere un dramón policial y menos una de terror en el primer encuentro.

Seguramente en ese intercambio iniciático, que ahora me pinta más al Bing Bang que a un simple beso, nacen más cuestiones de las que suponemos. Y ojo, que puede ser el nacimiento de algo que perezca en el mismo microsegundo en el que finalizó el beso: ese momento en el que tu boca se separó de la mía con la convicción acérrima de que tal cosa no es vital para la supervivencia de tu especie o de la mía, y se puede vivir sin ello feliz y livianamente.

Ahí es donde el cartel de neón del hotelucho que está frente a la comisaría se enciende diciendo “No era para tanto.”

Pero, volvimos a insistir.

Y el beso se repitió en algunos momentos esporádicos y oportunos, aunque sin darle tanta trascendencia.

El beso menos pensado aparecía de la nada como un ente autárquico, separado de cualquiera de nuestras voluntades. Como un micro lugar de pertenencia al que se quiere volver de vez en cuando. Entonces, cuando tu boca se separa de la mía, no es que quiere salir a armar la pileta de lona para que los próximos besos disfruten  del verano; pero tampoco dice basta, ni stop, ni saltó la banca.

Y así fue, que en esta continuidad estrambótica, en este ni sí ni no, ni tan tan, ni chicha ni limonada, ni vemos ni no vemos, decidimos comunicarle al hotelucho que está frente a la comisaría que mantenga los dos carteles encendidos, el que dice “No es para tanto” y el otro que dice ”No es para tan poco”.

Patricia Lohin