No seas animal.
Cierto ni berrees, ni bales, ni relinches y ni mucho menos cacarees. El presente no está para hacer el animal hay que acatar las normas. Primero los toros, luego el toro de la vega, luego las ocas y ahora en un redoble de tambores los animales del circo. A salvar a Moby Dick no nos gana nadie, pese a nuestras patrullas incesantes en una barca del retiro la cosa pinta mal. Para los hombres y para los animales claro.
Pero hay que ver de qué animales se trata, ¿de esos perritos en los huesos, llenos de pulgas que no conocen el veterinario y portan los okupas? No hombre, los del circo. Pero oiga que a estos no se les banderillea, ni se les hacina en granjas o piscifactorías. Da igual, los caballos de circo, sus elefantes o chimpancés merecen una vida mejor.
Calidad de vida
Estamos de acuerdo, la vida de un mono no es la cuerda de un circo, pero ese animal vive de ello. Lo mismo que ese elefante maltratado por los cuidados de su dueño o por el aplauso del público. Liberémoslo en Botswana y que un rico millonario, lo abata cuando lo vea perdido en la sábana. Soltemos a esos monitos con otros de su especie, veremos cómo perecen al no saber defenderse con uñas o dientes. Domesticar a los animales es lo que tiene, que se humanizan, que cambian su comportamiento. ¿Le parece mal? Pues liberemos todos los perritos que pueblan las ciudades en el campo, que el buitre real, el lobo o el campesino acaben con ellos, total serán presas fáciles. Pobres gatitos, loritos, chiguaguas o dálmatas que viven cautivos en los hogares.
Que yo sepa los animales no tienen la inteligencia humana, siguen pautas naturales o pautas impuestas por el hombre. Adiestre a un loro a repetir “estamos saliendo de la crisis” y crease su disertación. Enseñe a un gorila a limpiar Madrid y se terminará el tema de la limpieza, suelte a los leones del zoo en el arco del triunfo y verá como se acaba el debate de cambiarle el nombre, ya que comprobará como nadie se acerca por allí.
¿No se referirán a liberar al animal que llevas dentro?
Y cuando cerremos los zoos, faunias y circos, veremos como iguales a los animales. Desmoles el voto y una casa digna, 300 euros de paga y una dieta vegana. No veo porque estos políticos tienen derecho a privilegios, y los primates, yeguadas o jaurías no tienen derecho a nada. A veces pienso que un cuervo negro graznando en el púlpito tiene más presencia y señorío que algunos de los cabezas huecas que nos dirigen.
¿Qué pensará la cabra de los gitanos cuando la liberen del ensordecedor piano e insufrible trompeta? ¿Se reciclará corneando concejales en Guadarrama, o quizás comiéndose las flores de la Castellana?
Y mientras, cientos de mendigos e indigentes vagan sin rumbo por el país, que les den al menos un caballo, que para embestir tanto molino, nos hace falta un ejército de quijotes.
Los músicos de Bremen eran divertidos, pero señorías… Solo era un cuento. Esto es la vida real, aunque ojalá que cierto flautista de Hamelin se diera una vuelta de vez en cuando.