Queridos lorceros.
Hoy no voy a hacer comedia sobre lo que a todos nos pasa, sobre mi vida o sobre mi manera de ver las cosas. Hoy, vais a permitidme que os pida ser los mensajeros de algo que revolotea en mi mente desde que vi el otro día un blog y me angustió.
Buscando imágenes divertidas para el blog, encontré una muy graciosa de dos niños mirando una báscula. La niña le decía al niño "no la pises, cuando lo hace mi mama llora". Al principio de leer el blog, en mi mente sonaba la voz ficticia de la escritora como quiero que suene la mía cuando vosotros me leéis. Una voz risueña, despreocupada y divertida.
Sin embargo, conforme avanzaba mi lectura, la voz risueña se convirtió en una entre "doña perfecta y enferma". Cuando me di cuenta, llevaba varios minutos leyendo un blog de "princesas". Para los que no sepáis a que me refiero, las "princesas" son como se auto denominan un grupo de jóvenes enfermas de anorexia y bulimia que comparten sus historias en internet para "ayudar" a otras chicas a adelgazar.
Esta joven, ya no una niña, contaba con orgullo los años que llevaba enferma. Ella no lo llamaba enfermedad, tan simple como que no lo tenía asumido, ella sólo aceptaba que estaba algo obsesionada con el peso. Incluso veía como victorias lo que realmente para ella lo eran, como las veces que había pisado un hospital o el número de desmayos.
Quise saber quien era esa chica, correr a su casa y decidle a los padres lo que ellos de sobra saben, que su hija está enferma. Quise ayudarle, eliminarle el blog y zarandearla hasta dejarle sin aliento, quise GRITARLE lo feliz que soy con mis "kilos de más"... Quise asegurarle que lo que marca la báscula no indica un valor de superación propia. Que todos podemos ser felices si dejamos la báscula a un lado y nos preocupamos de nuestra salud, no de las lorzas.
Cuando empece este blog, hace un mes, más o menos, mi idea fue siempre que disfrutarais de mi manera de amar la vida. Amo mis lorzas, amo el chocolate y los donuts. Si veo que empiezo a tomar mucho peso, voy al nutricionista y adelgazo. Y si no, pues disfruto comiendo.
Puede que sea feliz como soy porque no antepongo mi cuerpo a mi. Y para eso, lo primero que hay que hacer es aceptar como es cada uno.
Yo jamás seré Claudia Shiffer. Mido 1,62m, paso sobradamente los 70 kilos y mi talla ronda siempre la 42. Mi pelo es rizado y castaño y mis ojos casi negros. No, nunca seré Claudia Shiffer. Yo siempre seré yo. Y como tal, me acepto.
Me acepto siendo ruidosa, escandalosa y con una risa demasiado estrambótica que hace que todos me miren. Algo friki y tal vez algo nerd. Se que hay a quien le parezco genial y para otros soy una estúpida (no son suposiciones, me lo han dicho a la cara). Sin embargo, me hace tanta gracia (sin ironías) tanto una cosa como la otra, principalmente porque el sentimiento suele ser correspondido.
Ojalá pudiera decirle a esa chica todo esto. Decirle lo feliz que soy y que ella, que cree ser feliz viviendo una vida basada en la báscula, puede llegar a ser plenamente feliz. Me gustaría poder ayudarla.
Y este es mi modo de hacerlo. Querida compañera bloguera, si algún día, por pura casualidad, me encuentras como yo te encontré a ti, quiero que sepas que soy feliz con mi kilos. Que cada día, cuando me miro al espejo, me hago por ver guapa. Y para verme guapa debo verme a mi misma reflejada, vestida cómoda, con mi pelo cada rizo "pa un lao". Debo ser yo, la verdadera yo. No la actriz o modelo de la tele. Sólo yo.
Si me encuentras, olvídate de pesarte por unos días. Obligate a sonreír cuando te veas las legañas y el pelo hecho un desastre. Sal de casa, vestida con tu ropa favorita y... Pasea. Sólo camina, altiva y orgullosa. Sonríe a todos los que pasen y te vean. Verás como todos te devuelven la sonrisa y todos verán en ti, no a una princesa, sino a una reina.
Muchas gracias lorceros por leerme y, si podéis, compartir el blog desde Facebook para intentar que muchas princesas lleguen a ser reinas.