No soy un “Fanboy”; soy un cliente satisfecho.

Publicado el 07 junio 2011 por Dexposito @DA

Hasta hace unos 5 años había sido usuario de PC, más que por cualquier otro motivo, por costumbre. Cuando pensabas en un ordenador pensabas automáticamente en Windows. En aquel entonces siempre criticaba las excesivas “flores” que se vertían sobre el término “Apple”. Hasta que adquirí uno.

El exposé me conquistó, de la misma manera en la que lo hizo la rapidez de carga, la interactividad del trackpad, la ejeccución de los programas, o incluso las propias teclas del teclado, que sólo necesitan un pequeño toque.

Y, como toda persona satisfecha con algo, lo exteriorizo. Pero, en este caso, dejo de ser un cliente satisfecho para convertirme en un “Fanboy” de un cargo cult a “Steve Jobs”.

Ha llegado un punto en el que resulta molesto que, cada vez que saque mi iPhone, la santa inquisición española venga a señalarme y gritarme que yo también he caído en “la moda”.

Esta crítica llega hasta tal punto en el que el consumidor se siente culpable de hacer uso de ese producto o incluso comentar lo satisfecho que se encuentra de la marca.

Pues no señores. De la misma forma en la que hablo maravillas de ciertos servicios de hosting con los que he tenido buenas experiencias, ¡incluso de mi banco! Así lo hago con los producto de los que hago uso en mi día a día y que me hacen la vida, si no más fácil, más cómoda. Si todo fuese moda, tendría un iPhone 4, no un 3G (ya obsoleto) y, sin embargo, me veo obligado a, cada vez que saco mi iPhone, responder y recitar todos los beneficios que me proporciona como si estuviese justificando un delito. Soportar miles de críticas sobre aspectos mejorables en él (¿¡qué no es mejorable!?) de gente que se aferra a esos aspectos como a un salvavidas en un intento ¿de no sucumbir a la misma espiral de satisfacción?

Es muy difícil que el cliente hable bien de nuestro producto. Más difícil aún, mantener esto en el tiempo. Más aún que el cliente lo haga con nuestra marca. Y, por último, es tremendamente difícil que se sienta a gusto e identificado con ella.

Este proceso es el resultado de inversión, trabajo y esfuerzo, orientado a un nicho de población, y desplegando una serie de herramientas de forma comedida y armónica.

Si la empresa, sea cual sea, consigue llegar a mí, consigue propiciarme un experiencia enriquecedora, agradable, mi obligación (casi instintiva) como cliente no es otra que transmitir esa experiencia con ánimo de que más gente puede obtenerla.

Y, amigos, eso no es un FanBoy, eso es un cliente satisfecho, muy satisfecho.


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