No te pido tu vida,
quiero tu espíritu.
No te pido tu mundo,
quiero tu cielo.
No te pido tu amistad,
quiero tu sinceridad.
No te pido tus pensamientos,
quiero tus sueños.
No te pido tu cuerpo,
quiero tus sentimientos.
No te pido tus noches,
quiero la luz de tus días.
No te pido tu sexo,
quiero tu placer.
No te pido tu mundo,
quiero construir un universo.
Ese minuto, justo al despertar, cuando aún cuesta abrir los ojos deslumbrados por el rayo de sol que entra por la ventana; cuando todavía no he conectado con el tiempo comprometido, ese minuto es tuyo, te lo dedico a ti.
Cuando en un día de lluvia, con la nariz pegada al cristal y ajeno al tiempo comprometido, contemplo cómo caen los finos hilos de esa lluvia, formando serpenteantes riachuelos que van inventando su curso sobre el asfalto, esos momentos son tuyos, te los dedico a ti.
Sentado en el incómodo asiento de un avión low cost, cierro los ojos y dejo volar mi imaginación hasta que cedo ante un duermevela en el que tú entras y sales, compartiendo ilusiones y aventuras, ese tiempo es tuyo, te lo dedico a ti.
En la terraza de un café del paseo saboreo el aromático líquido, abstraído en mis pensamientos; mientras que de entre la gente que viene y va, pasando ausentes delante de mí, alguna silueta de mujer me rescata por un momento de mi abstracción para preguntarme si serás tú. Ese fugaz momento es tuyo, te lo dedico a ti.
Cuando en las páginas de un libro me sobresalta la belleza de un párrafo o de una escena, hago un alto deseando compartirlo contigo, preguntándome cómo sonaría esa belleza llegando a mí a través de tu voz. Ese momento es tuyo, te lo dedico a ti.
Esos momentos en que sentado en mi refugio, delante de una página en blanco, abro mis alas, alzo el vuelo y las yemas de mis dedos acarician las frías teclas haciendo que el cursor de la pantalla empiece a deslizar negras líneas sobre el inmaculado blanco, ese tiempo es tuyo, te lo dedico a ti.
Cuando tumbado en la arena, sin tener que responder al tiempo comprometido, cierro los ojos, siento que la caricia del sol y la brisa erizan mi piel, y me acuna el murmullo de las olas que van y vienen en un continuo romper sobre la arena, ese tiempo es tuyo, te lo dedico a ti.
Cuando en la ducha, la fina lluvia se desliza por mi cuerpo y acaricia de abajo arriba mi entrepierna y el borde de la punta de mi arma de placer. Cuando cierro los ojos y dejo que esa lluvia sea la suavidad de tu profunda y húmeda cueva de placer hasta que la blanca lava de un volcán de fino coral se derrama dentro de ti, ese tiempo es tuyo, te lo dedico a ti.
En la soledad de una habitación de hotel, muy lejos de cualquier tiempo comprometido, cuando sueño despierto con una palabra amiga, con una suave caricia en mi mejilla, con compartir los sinsabores o los triunfos del diario quehacer, con una palabra de ánimo , y por qué no, con una noche de pasión, ese tiempo es tuyo, te lo dedico a ti.
En esa misma solitaria habitación de hotel, cuando a media noche me despierto, sudoroso y angustiado, después de navegar con mi velero por inhóspitos mares de fuego, sin recordar siquiera que tengo tiempo comprometido, y observo el mástil de mi velero alzándose al cielo estrellado, amenazando romperse por el brío de las velas henchidas de aire de vida, ese tiempo es tuyo, te lo dedico a ti.