Soy una de esas personas que se han pasado media vida (porque la otra media dormía) esperando abrazos, palabras, besos y acciones. Llamadme ilusa, pero creo de corazón que no soy mala persona y que me merezco que me pasen cosas buenas. Que yo también tengo derecho a una de esas rachas de buena suerte, y a llorar de pura alegría de vez en cuando.
Pero tengo 29 años, y seguía esperando.
Hasta hace poco, que me harté. A tomar viento, Bea, me dije. Si tengo algo que perder, ya lo he perdido.
Me arremangué la falda, me quité los tacones, eché a correr y acabé volando.
La buena suerte la creo yo, y he llegado a tiempo.
Para todos esos amigos a los que quiero, y que ahora mismo también necesitan saltar con fuerza y volar.