Revista Diario

No tengo marido pero tengo hijos…

Publicado el 27 junio 2011 por Morochayurbana

Yo sè que lo voy a extrañar.  Diez a uno,  a que sí.  Porque todo llega.  Y  el síndrome del nido

vacío, por más que me prepare, por más que trate de decirme ese día las cosas para mi,

mujer, mamá, y los diferentes roles se van a ver afectados porque las vueltas de la vida son

así. Porque yo, misma, di esas mismas vueltas.  Porque así es la vida y porque mis peques,

van a intentar volar, van a practicar el vuelo y volaran y volverán y tal vez no vuelvan pero

si, siempre, vuelen.

Y usen sus alas y estrenen sus habilidades de pilotos de sus propias y vidas y blah, blah, blah,

hoy los disfruto, los padezco, me río, me divierto, nos ponemos densos. Encima perdió river.

Pero…una cosa es decirlo, otra contarla, muy diferente escribirlo y sobre todo padecerlo.

Por  empezar no sè si soy yo, pero escucho un ma, mama, mami, maaaaaaaaaaaaaaa,

mamaaaaaaaaaaaaa en todos los tonos, imaginables y en los inimaginables tambièn.

Agregados al miau de turno y por turno, de los dos mininos, habitantes, a cual uno, más

agudo y el otro más grave,.  De tal manera que del miau al ma, termino por confundírmelos a

fuerza de tanta insistencia.  Signo de que Houston ya tenemos un problema; al menos.    Por

lo cual, no sé si me llaman a mí, supongo que sí, por costumbre, por espera, o porque si me

convertí en una oveja.

Porque ya siento sus  ma, como si balaran…Desde que oso abrir mis párpados y decido

Si voy a levantarme o voy a remolonear un rato más.  Eso si, me garantizan algo a

Rajatabla y es una buena cosa que así lo hagan: mi vida nunca es aburrida.  Si cocino,

Vamos todos en patotas, mi hija a ayudar, el más pequeñin y mi yerno para abarajar

cuanto  pan pase distraído por alguna salsa, jugo o lo que se le parezca porque ya se han

despertado con un hambre de dragón en absoluto amaestrado.  Después del cafecito, mi

hija quiere jugar a las cartas.  Si vamos a comprar nuestra debilidad: nuestra gaseosa

diaria y nada más porque no alcanza para más, también vamos en patota, porque nunca

estamos juntos, unos estudios otros trabajar y así estamos, desperdigados por la vida. Si

me siento a escribir, el maaaaaaaaaaa, mamá ,

maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaamaaaaaaaaaaa y todas sus variantes tampoco se hacen

esperar. Mientras tanto se hizo la hora de la merienda, otra vez todos juntos, alrededor

de la mesa.  Si fui a buscar el diario, alguien llamó y la llamada se perdió…y no hay

más datos. Si alguien llama para ellos, como que no te acordas quién llamó?   Aunque

con el celu, santo remedio.  A veces, como en botica, o como en la vida, nos ponemos

densos.  No hay consenso en un día rabón como es el domingo.  Y las compus y las

teles están pero el partido nos unió.  A los defensores y a los contras.  Y así partió raudo

el domingo.  Y aunque despotriqué, me guardo queja y recuerdo, porque alguna vez,

diré como aquel viejo dicho, de aquel viejo actor cuando decía y pregonaba: qué lindo

es la familia unida.  La que con sus yerros y aciertos yo pude crear.  Y ahora que voy

camino a ser abuela, sé que entre los llamados habrá uno nuevito, nuevito que dirá:

abuela, entremezclado entre ma, mamá y mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, más los miau

habituales.  Así que me despido de mi cita con este domingo, fiero de frío pero intenso

de amor familiar, aunque a veces las cosas se densen un poco, para que la vida, no se

torne tan aburrida…


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