“¿Paciencia?”
Ayer mientras iba por la calle me sorprendió la voz de una mujer, sonaba fuerte, con carácter. Sus palabras fueron: “ya sabemos que él no va a cambiar.” Cruzó delante de mí como un rayo y siguió su camino, la observe en esa milésima de segundo, su edad podría ser entre los 30 y 40, delgada, con pantalones cortos de color caqui a juego con una camiseta blanca de tirantes gruesos, morena, de ojos castaños y expresión enfadada. Deduje que estaba casada por los dos niños, una pareja, que corrían delante suyo entre risas y a su lado iba una pareja mas mayor, lo cual me hizo pensar que serían sus padres. Tras las palabras que pronunció no hubo ninguna respuesta.
Comencé a pensar sobre la historia que podía haber detrás de aquello. Podría ser que se refiriera a un hijo adolescente que no aparecía en la escena, con las hormonas revoloteando a su alrededor y todo lo que implica: chicas, salidas nocturnas, primeras borracheras, primeras discusiones sobre la hora de llegar a casa… O también podría referirse al hermano de aquella mujer, el cual no se hacía cargo de determinadas responsabilidades. Y por último… Pensé que también podría ser por su marido, a lo mejor la relación que tenía con él se había convertido en algo mas tensa por el trabajo, problemas personales o falta de amor y cariño. Aunque debo confesar… Que esta última opción me pareció mas acertada.
Y es que se suele decir que en verano es cuando existe el riesgo de más divorcios, por el hecho de que el resto del año cada uno pasa mas tiempo sumergido en el trabajo y fuera de casa, pero al llegar la temporada de las vacaciones debes de convivir con la otra persona mas tiempo, y si tienes hijos, a parte de saber compartir el tiempo con tu pareja también debes dedicar tiempo para ellos. Y claro está, en esos momentos de tensión, a veces se rompe algo, no hay paciencia ni aguante y así ocurre… Que muchas veces los gritos y las peleas van subiendo cada vez mas de tono, hasta que llega el punto límite y se prefiere continuar por caminos separados.