Revista Literatura

Noches

Publicado el 14 junio 2013 por Raulaq
NOCHES Imagen robada de Google La noche cae como una manta sobre el grisáceo asfalto de la ciudad. Almas solitarias salen en busca de otras almas solitarias para fundirse en uno, como los gatos, que de noche son pardos y salen a buscar comida entre la basura. Y yo, que seguramente sea el alma más solitaria y maltrecha que pisa sobre los adoquines informes de la calle, solo busco un bar abierto para tomar el penúltimo trago de olvido. Las siluetas alargadas que proyectan las farolas me hacen recordar tu alma negra jugando con mis sentimientos y mi cartera. Aún recuerdo tu sonrisa, mientras clavabas el tacón de aguja de tus zapatos rojos en los cuatro pequeños trozos que quedaban de mi corazón hasta reducirlos a nada. Cuantas veces he pensado en acabar con mis sufrimientos intentando olvidarte, pero mi mente que trabaja autónoma en mi cuerpo, no tiene la menor intención de hacer a un lado. Hay momentos que me gustaría emprenderla a puñetazos  contra mi soledad, pues las discusiones dialécticas ya no sirven de nada. Pienso en tus besos de mentira e intento recordar si de tus labios salió alguna vez algún “te quiero”, pero sé que esas dos simples palabras no existen en tu vocabulario. Esta noche he decidido ir a buscarte y sé dónde encontrarte. Y mientras contoneas tus caderas escondidas bajo la minifalda ajustada, me pondré frente a ti, y sereno y calmado te diré que ya no te quiero, que no eres la mujer de mi vida y que te he olvidado, aunque los dos sepamos que es mentira. Me giraré enseguida para no verte reír y sobre todo, para que no me veas llorar.    

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